En la UNAM: Cambiar desde el principio

Crónica de Manuel Gil Antón para Educación Futura (Fotos de Guillermo O`Gam)

Si la propuesta es la impostergable necesidad de cambiar —mediante un proceso de diálogo responsable y plural— los procesos académicos, administrativos y del gobierno en la UNAM, es preciso que, desde el inicio, la forma apunte al fondo.

Sin seguir los cauces tradicionales en los intrincados pasadizos del poder para conseguir el apoyo de los grupos dominantes, Imanol Ordorika expresará, de cara a la comunidad universitaria y a la sociedad, que le interesa participar en el proceso de sucesión de la rectoría, que cuenta con conocimiento de causa y propuestas.

Media hora antes del inicio de la sesión, al Auditorio Ricardo Torres Gaitán del Instituto de Investigaciones Económicas, los que serán asistentes empiezan a llegar y conversan en las inmediaciones del recinto. En el ambiente, entre las personas, se nota algo raro…algo distinto a lo que en estos casos indican los usos y costumbres.

Un evento en que la corbata y los finos atuendos sobran.

Claro. Lo que advierto es que quienes arriban, portan la vestimenta con la que van, diario, a trabajar. Acostumbrado a mirar las fotos de los actos universitarios repletos de personas emperifolladas para cumplir la etiqueta de una rancia solemnidad, arriban poco a poco estudiantes, maestras y maestros, personas que laboran en la administración, colegas que se dedican a la investigación y tan solo dejaron en el laboratorio las batas que les protegen de los materiales que emplean, o dieron descanso al lápiz con el que cubren de ecuaciones, o argumentos, las cuartillas.

Conviven a gusto, sin rangos marcados ni las distancias simbólicas tan usuales en los ámbitos de la educación superior en nuestro país (no exentos de aparente cercanía oportunista, condescendiente para la foto). Platican, ríen, comentan y aguardan la hora marcada para el inicio de la presentación que los ha convocado.

Hay mucho azul y nada de oro.

El presídium

Bajo, aún con el auditorio vacío, para copiar los nombres y la ubicación de quienes estarán en la mesa colocada en el escenario.

Anoto: Sofía Natalia de los Santos (primer semestre en la Facultad de Ciencias Políticas); Joel Ortega (profesor de asignatura A en la Facultad de Filosofía y Letras); Gabriela Silva (profesora asociada C, definitiva, en el área histórico-social en el CCH Vallejo); Imanol Ordorika (profesor e investigador del Instituto de Investigaciones Económicas y Director General de Evaluación Institucional); Andrea Concepción Solís (egresada del CCH Naucalpan y primer ingreso a la Facultad de Ciencias Políticas); María Chávez (investigadora del Instituto de Investigaciones Biomédicas) y Axel Meléndez (estudiante de doctorado en Estudios Latinoamericanos) quien será el moderador. Cuatro mujeres y tres hombres.

No hay, en ese conjunto, pretensión de glamour ni prosapia. Estudian o trabajan en la universidad. Es una muestra de la diversidad —no un compendio exhaustivo— de quienes acompañarán a Imanol Ordorika en la exposición de los siete ejes de su programa de trabajo. Y constituye, a la vez, un signo del conjunto de colegas a los que su discurso está destinado: a la complejidad unamita que se enfatiza cuando cada una, cada uno —ya que inicia la reunión— dice su nombre, su ubicación y, de manera explícita o tácita, su apoyo al aspirante al acompañarlo en este acto. De nuevo, la forma enuncia algo de fondo.

Esa manera inicial de organizar el escenario, y las palabras y gestos posteriores, son un mensaje potente.

Un académico que no se ha hecho solo.

Cuando María lee la semblanza de Imanol, no se centra en su participación política en el Consejo Estudiantil Universitario en los ochenta, aunque la incluye; tampoco ubica como el aspecto más importante las tareas que ha llevado a cabo como director general de Evaluación Institucional (que, por cierto, ha logrado que la UNAM sea la institución superior del país más transparente, con información sólida y detallada accesible a la sociedad) aunque no lo pasa por alto.

Lo que llama la atención es que incluye y realza, al menos, dos aspectos que no se han reconocido de manera suficiente: una trayectoria académica que en las funciones propias de la universidad: docencia, investigación y divulgación del conocimiento, ha sido muy sólida y, luego, subraya la promoción de, y pertenencia a, grupos de estudio sobre las universidades, equipos de investigación y organización de seminarios y eventos en que el conocimiento experto de la institución se ha acrecentado en sus haberes: es un académico que ha fortalecido, y se fortalece, con sus colegas y estudiantes.

Y es, sin duda, hechura y luego colaborador de sus maestros: poco faltó, digamos solo un caso, para que Adolfo Gilly, uno de ellos sin duda, alcanzara a estar en ese auditorio. El tiempo tiene sus recovecos.

No es hechura, pues, de la tan traída y llevada meritocracia individual: en su participación política, en sus clases, en las indagaciones que le han hecho posible escribir libros y artículos estimados por quienes de sus temas saben en las mejores editoriales y revistas de su campo, y sus labores de difusión, ha dado a conocer sus propias ideas, enriquecidas por tantas horas de estudio, debate y conversación con muchas y muchos colegas.

Arremangarse la camisa

Cuando los prolegómenos terminan, el moderador dice, y lo que enuncia rebasa el contenido literal de sus palaras: “Ahora tiene la palabra el compañero Imanol”.

Al inicio del acto, Ordorika tenía puesto un saco azul. Inició su presentación y, de repente, en un gesto normal que le conocen sus amigos y compañeros, se quitó el saco y, sin interrumpir el discurso, se arremangó la camisa.

Sin dejar de exponer con claridad y orden sus ideas en torno a las siete dimensiones generales de su propuesta, sus dichos le llevaron a un hecho simbólico: doblar los puños de la camisa para ponerse a trabajar.

Como se hace al batallar con un párrafo que no llena el ojo y hay que redactar de otra manera; del mismo modo en que la clase llega a un punto en que al aflojar la vestimenta el argumento central surge con más claridad; de manera semejante a cuando una serie de datos inconexos requieren más holgura para desentrañar sus relaciones.

Ese gesto, quizá incluso inadvertido por el orador, remite a la relación entre la forma y la hondura de lo afirmado: hermana al acto con el sentido.

En medio de la polarización, el diálogo con las y los demás

Ordorika, en un momento dado, invita a las otras personas que han manifestado su voluntad de participar en la sucesión a que, si no es por voluntad de la autoridad, sea por respeto a la comunidad que ocurra un intercambio respetuoso, que no excluya la expresión de las diferencias incluso con la intensidad necesaria, pero en un espacio de respeto a la diversidad.

El diálogo público en el país está polarizado. Repleto de adjetivos que se lanzan de un lado al otro en procura de anular el pensamiento divergente. La idea, entonces, no es sólo para el proceso de designación rectoral:

Es una oportunidad para que la universidad muestre, y demuestre al país, que se puede debatir de manera que se escuche, valore y aprenda de la otra, del otro que ve las cosas de otro modo y propone caminos diferentes”

Las propuestas

A vuelo de pájaro, porque usted puede escuchar en los diversos videos (https://www.facebook.com/cambiarUNAMya/videos/688086076694222 y https://www.youtube.com/watch?v=_wfUOBQfORI&t=1239s) los detalles de cada una, Imanol invita a que la universidad:

  1. Ponga en el centro a la docencia, a los y las estudiantes y sus condiciones para incrementar el aprendizaje, aspecto que no excluye la importancia de la investigación: está en el mejor interés de la comunidad de investigadores que la docencia mejore sustancialmente, pues de sus resultados derivará la calidad de la siguiente generación de investigadoras e investigadores.

  2. Equilibrar la atención y los recursos que se destinan al desarrollo de las funciones sustantivas de la universidad, así como reducir la desigualdad entre niveles educativos y la ubicación de las entidades académicas en la geografía y en la percepción de su relevancia.

  3. Igualdad de género y combate a la violencia contra las mujeres y otras identidades.

  4. Erradicar desigualdades internas, y dotar de condiciones de desarrollo a todas y todos los actores de la vida académica y universitaria en general.

  5. Defender la autonomía, sin duda, de una manera decidida, basada en incrementar la presencia nacional de la UNAM en los dilemas que enfrenta el país en muchos órdenes de la vida social, sin descuidar —al contrario— el desarrollo de la ciencia básica en todos los campos del saber humano.

  6. Lograr que haya un incremento sustancial de la participación de la comunidad y todos sus sectores en la toma de decisiones, a través de una representación efectiva y la construcción, responsable, y atenta a la diversidad de alternativas, para ampliar la escucha de la voz de todos y todas las universitarias, en procura de un gobierno universitario más transparente y eficaz en sus distintos niveles.

  7. Establecer, como un derecho, la seguridad en los diversos campus, sus inmediaciones y los senderos que a ellos conducen.

Al terminar la presentación, se abrió un espacio para un conjunto de preguntas, accesible también en los videos.

Y, al final, la lluvia

Luego de terminada la reunión, quien esto escribe tiene tres conclusiones personales, que me atreve a compartir ya no como parte de la crónica, sino como el impacto que tuvo la presentación de Ordorika en su persona:

  1. Cuando sea grande, le gustaría ingresar a la universidad que surgiría como resultado de las propuestas que escuchó. Y si no puede, que Juana, su nieta, lo consiga.

  2. Hacía tiempo que no sentía —incluso lo creía perdido— entusiasmo por la posibilidad de un cambio. Hay espacio para recuperarlo sin tomar lo que se propuso como definitivo, sino como un inicio que la comunidad, con su participación, hará crecer y mejorar.

  3. Luego de una sesión como la que se ha descrito, el aguacero que cayó un rato después fue un buen signo, porque la forma es fondo, y porque el agua es vida, aunque te empapes por haber dejado el impermeable en la casa. No le hace…