Por: Jorge Arturo Salcido
Los resultado de la edición de la prueba PISA Programa para la Evaluación Internacional de Alumnos), que evalúa competencias básicas de estudiantes de 15 años en matemáticas, lectura y ciencias, muestra que México aún tiene un largo trecho por recorrer para alcanzar los estándares educativos promedio de la OCDE (Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico).
Según los resultados dados a conocer en 2012, en matemáticas el puntaje promedio de estudiantes mexicanos fue de 413 puntos, muy por debajo del promedio OCDE de 494 puntos. Esta brecha equivale a casi dos años de escolaridad.
Si bien México incrementó su puntaje promedio en 28 puntos entre 2003 y 2012, el ritmo de mejora es demasiado lento. De mantenerse así, al sistema educativo mexicano le tomaría más de 25 años equiparar la competencia promedio en matemáticas de la OCDE.
El panorama en lectura es aún más crítico. México obtuvo 424 puntos en promedio,72 puntos menos que el promedio OCDE de 496. Cerrar una brecha de esta magnitud a paso lento significaría que se necesitarían más de 65 años.
Estos plazos están muy lejos de ser aceptables para una sociedad que requiere capital humano competente. Es imperativo acelerar de manera significativa el avance en calidad educativa del país.
Aún con ligeras mejoras, más de la mitad de los estudiantes mexicanos evaluados no alcanzan siquiera el nivel básico de competencias en matemáticas y lectura. Menos de un 1% demuestra las habilidades más avanzadas.
Las fallas del sistema educativo quedan claramente expuestas en estos resultados. Después de años de escolaridad, la mayoría de los estudiantes no logra desarrollar competencias elementales en uso de números, resolución de problemas simples, lectura crítica o interpretación de textos.
Urge un nuevo modelo educativo, que pase por mejorar la formación de los docentes, los métodos de aprendizaje en el aula y el apoyo focalizado a estudiantes con dificultades de aprendizaje.
Padres de familia, autoridades, docentes y sociedad civil tenemos una responsabilidad conjunta para asegurar que las próximas generaciones, a diferencia de la actual, sí egresen de la educación básica con el potencial para continuar aprendiendo y aportar activamente al país.
Los resultados de PISA 2012 constituyen un duro golpe de realidad del cual debemos aprender para comenzar el urgente proceso de transformación que el sistema educativo requiere. El futuro de México está en juego.
Según advierte PISA 2012, estamos aún muy lejos de ese objetivo.