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Texas: boyas y alambradas

Rosalío Morales Vargas

Pretenden desplegar albarradas en el río,
una cerca de plástico
montada en la muralla de agua;
desde Juárez a Matamoros,
desde El Paso hasta Brownsville,
para evitar el trajinar
de mareas humanas en perpetuo movimiento.

El sadismo y la insidia muestran sus colmillos,
y a las mentalidades chovinistas
no les basta el desdén,
el vil escupitajo en plena cara;
se requiere impedir a toda costa
el flujo del oleaje trigueño y humillado
para bloquear su arribo a las aceras
de sus tapiados palacetes.

Sorteando mil adversidades,
esquivas caravanas de parias vulneradas,
con destino confuso,
viajan en el convoy de las incertidumbres,
acicateadas por el hambre,
y huyendo de las sombras de múltiples violencias,
encuentran el furor de supremacismos crueles
y bofetadas de desprecio y de racismo.

No van por dádivas gratuitas,
sino a ofrecer su fuerza de trabajo,
su palpitar hasta el expolio,
que ha llenado los bolsillos de magnates
y engrandecido una tierra huraña.
Estas corrientes migratorias
abogan por un clima de amistad,
y un futuro luminoso para el mundo.

No habrá cercas ni boyas,
fronteras ni alambradas
que detengan los aluviones
que con porfía pertinaz golpean
los aldabones del imperio.

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