Por: Profr. José Luis Fernández Madrid
Pasan y pasan los meses y las administraciones y la otrora “Joya de la Corona” en el servicio médico y la seguridad social, Pensiones Civiles del Estado, sigue en franca picada, con una esperanza de vida que terroríficamente se acorta.
Es inhumano conocer testimonios de derechohabientes cuya programación de citas con especialistas son hasta dentro de ¡1 año y medio!, así de increíble, así de grotesco, así de infame; y mientras, las autoridades gubernamentales informan alegremente estarán teniendo “reuniones evaluativas”.
Permítannos decirles a quienes deciden realizar dichas juntas que es innecesario las lleven a cabo, basta con que salgan de sus oficinas, se den una vuelta por el área de citas médicas, consulta general, farmacia, rayos X o cualquier zona para escuchar el sentir de la gente y perciban de viva voz lo que se sufre cada vez que hay que utilizar los servicios médicos, no hace falta pecar de inocencia, la derechohabiencia en unos cuantos minutos les podrán ofrecer la radiografía completa de la lastimosa situación en que se encuentra PCE; ahorrándose el café y las galletas en la sala de juntas donde realzan sus reuniones.
Resulta que lo impensable está sucediendo: Pensiones Civiles está muriendo de la forma en que fue creada y esto gracias a la inoperancia, al desdén, a la mala administración y/o a la incapacidad y omisiones sobre la institución que noblemente fue proyectada para brindar los beneficios merecidos para la base trabajadora en ella inscrita.
Los nuevos afiliados a PCE llegaron así, con una institución en plena debacle, las historias que se les cuentan a dichos derechohabientes quedan solo en relatos para el anecdotario, pues con infortunio para ellos, además, al parecer no se han percatado de que no tendrán una jubilación como tal, que al retirarse de sus labores les será entregado en pequeñas disposiciones quincenales o mensuales el ahorro que por sí mismos hayan hecho a lo largo de 35 o 40 años de trabajo, no más, el Estado ya no aportará. Al parecer tomaron como normal hacer sus aportaciones al fondo de retiro sin que alguien, en algún momento les haya explicado lo lamentable de dicha situación. Quizá nadie, para evitar decepciones, se atreve a decirles que lo que era ya no es y están siendo perjudicados de horrible forma.
La percepción generalizada es que la resignación se está instalando en los instancias u organizaciones que tienen la obligación de procurar la sana vida de Pensiones, al parecer sólo le apuestan a que el tiempo haga lo propio hasta que colapse de manera definitiva, se observa que no tienen la más mínima intencionalidad de buscar remedios o planes a corto, mediano o largo plazo que optimice de manera integral el servicio deseado. Pocas voces se levantan y éstas mueren en los oídos de la apatía y desinterés pero esto solo será hasta que algo grande, colectivo y social suceda. Antes, seguiremos como hasta hoy, en la crónica de una muerte anunciada.