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Las fiestas Villistas, parodia de la revolución

Por: Laura Verónica Herrera Ramos

El presagio “¡Parral me gusta hasta pa´morirme!” de Pancho Villa se cumplió un 23 de julio de 1923, pues el general fue ejecutado en la ciudad de Parral por orden del gobierno de los Estados Unidos, que pedía su cabeza, y a cambio reconocería a México como un Estado legítimo.

Nada mejor que convertir un acontecimiento histórico en un espectáculo para evitar que podamos sumergirnos en el pasado para analizar y reflexionar nuestro presente, para evitar que el hartazgo y miseria de las clases pobres de la época actual puedan identificarse un poco con las de la época revolucionaria; tal vez la diferencia entre unas y otras está en que los revolucionarios tenían muy claras las causas de su empobrecimiento, mientras que hoy solo tenemos discursos políticos baratos, entretenimiento local y pantallas de teléfono. En Parral, los principios revolucionarios han sido convertidos en una parodia, las Jornadas Villistas son ya una imitación burlesca de lo que fueron los caudillos y los campesinos de la revolución mexicana; para la élite política lo mejor es que olvidemos “quienes somos”; pero una cosa sea dicha: no pueden evitar que veamos ”lo que estos son”.

Las Jornadas Villistas hacen majestuoso al centro histórico en proporción a la cada vez más creciente e invisible periferia social.

Como ignorar que en el Norte, Pancho Villa y sus 3 mil soldados ( lo mismo que Emiliano Zapata en el sur), pusó fin a la dictadura de 35 años de Porfirio Diaz, en una guerra que los mismos campesinos y campesinas financiaron y que plantó cara contra los terratenientes y hacendados que les arrebataron sus tierras ¡esa fue una noticia internacional!; ¡pero vaya destino de ciudad!, porque aquí la única novedad es que el patrimonio histórico de la revolución se ha convertido en una mercancía turística, un producto que se vende y nada más. Martín Barbero tiene razón al decir que las fiestas populares ya no sirven para ser vividas sino que ahora, solo son para ser miradas «y yo agregaría» “y remuneradas”. En medio de esta transmutación cultural me pregunto ¿quiénes o qué somos los parralenses?

Las Jornadas villistas ya no solo se oponen a su historia, ahora también la deforman y además la niegan. Hay dos lecturas de las fiestas villistas, una, el oportunismo de los gobiernos en turno que hacen su agosto con las jugosas ganancias de estas fiestas que ya no se pueden llamar “fiestas populares”, sino “empresas privadas” y dos, que con los espectáculos presentados, una gran mayoría de parralenses no se dan cuenta de que participan gustosos y activos en su propia enajenación; qué mejor que dejarse seducir por el “pan y circo” para evadir los problemas en una región empobrecida por la clase política y las empresas extranjeras .

El saqueo de bienes públicos mantiene su nivel y se perfecciona ¿dónde están las ganancias de la ciudad por la inversión de 500 millones de dólares1 que hace Coanzamex por extraer los jales de la mina y que inició hace más de 10 años? ¿Con qué se distrae a una población que sigue esperando justicia por las ruinas y la vergüenza en que el ex- gobernador PRIista César Duarte dejó al Estado y a esta región? ¿Quiénes son los terratenientes y hacendados de este momento?

Las fiestas Villistas, es un eficaz instrumento que se utiliza para neutralizar la crítica y el cuestionamiento de la realidad parralense. Jornadas Villistas es un gran proyecto económico e ideológico; es el gran elefante blanco que utiliza cantidades millonarias de dinero sin retribuir nada al pueblo; y es también algo que muchos parralenses prefieren antes que enfrentar los problemas económicos, sociales y políticos de que son objeto.

El grito de ¡Viva Villa! de aquel hombre que agitaba la mano aquel 20 de julio de 1923 como señal para disparar a Villa; es el mismo grito que se repite en la misma ciudad, cada año, para anunciar el próximo atraco al pueblo.

1 Grupo Coanzamex S.A. de C. V. desde
https://www.encuentren.me/es/chihuahua/empresa/grupo-coanzamex-sa-de-cv/perfil/4971/

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