Por: Profr. José Luis Fernández Madrid
Una exigencia de tiempo atrás, por justicia y dignidad humana, ha sido el que la educación sea incluyente y que visibilice a los y las estudiantes con algún tipo de discapacidad; lo cierto, es que en las distintas reformas sobre la materia se han logrado algunos avances…en el papel.
La creación y sostenimiento de los Centros de Atención Múltiple en el Estado fue y es un gran acierto, procurar a sus estudiantes una atención educativa para la vida sin duda, es digno de reconocimiento para el personal que realiza cotidianamente y con esmero esta labor, no obstante, al percatarnos de los pormenores con que realizan sus tareas desmotivan hasta al más preparado y comprometido personal.
Si se empieza por el hecho de que con la nueva curricula escolar el tema de la inclusión es discurso permanente pero los materiales para preparar clases y/o actividades, las guías o las orientaciones didácticas no aparecen por ningún lado o se tratan solamente de manera somera, pues algo anda mal.
¿Porqué no empezar primero por brindar los espacios adecuados, suficientes, adaptados y de calidad para los estudiantes del CAM y para el valeroso cuerpo docente que los acompaña? ¿Porqué no diferenciar los Consejos Técnicos Escolares por el tipo de educación que éstos brindan para que en verdad esos espacios académicos sean de provecho y altamente productivos? Se habla de inclusión y a los incluyentes se les excluye, vaya paradoja.
Siendo uno de los objetivos del educar a quienes presentan algún tipo de incapacidad el prepararlos para la vida, el ser productivos, autosuficientes y/o funcionales, la autoridad gubernamental no cumple con su tarea de seguimiento, pues al parecer considera que el sólo hecho de que sus estudiantes egresen es ya un logro, y sí, pero no suficiente.
Pensemos, por ejemplo, en una ciudad chica o mediana en el que el CAM brinda sus servicios, puede haber muchos egresados pero ¿Y luego? ¿Qué pasa con ellos después?. ¿Será demasiado difícil el que los Gobiernos municipales establezcan convenios de colaboración con pequeños o medianos empresarios para que incorporen a su fuerza laboral a personas con algún tipo de discapacidad? ¿Es complicado el facilitar y cumplir con los estímulos fiscales ya estipulados para los negocios o empresas que los empleen? ¿Será imposible agilizar o flexibilizar la tramitología para la apertura de nuevos proyectos emprendedores que los incluyan?
Le falta mucho por hacer a las autoridades competentes para lograr una verdadera inclusión y que ésta deje de ser sólo un discurso o una carta con buenos deseos.