Animados por la esperanza, vivamos la Cuaresma cómo tiempo de salvación

Por: Arzobispo Constancio Miranda Weckmann

La Cuaresma viene a ser un tiempo especial de gracia, una oportunidad sin igual de ejercitar la esperanza que nos anima a escuchar la Buena Nueva del Reino que Jesús nos trajo y meditar sus misterios, a recibir los Sacramentos y practicar la oración, para que por el amor a nuestros hermanos logremos comenzar a vivir la Salvación que nos ganó Jesús.

La esperanza nos mueve a cumplir la voluntad de Dios, confiados en la ayuda de su gracia.

Jesús en la Cuaresma nos invita a un cambio radical en la forma de pensar y de actuar, nos invita a la conversión; pero sin la esperanza no hay arrepentimiento ni conversión, no hay ganas ni ánimo de volver.

Volvemos hacia Dios cuando corregimos el camino, cuando a pesar de nuestras faltas y pecados, ponemos la confianza que se cimenta en la esperanza en el Señor que nos perdona, que escucha el gemido de nuestro corazón contrito y nos da la oportunidad de volver a empezar.

Todo este camino de regreso a la Casa Paterna, a la experiencia del Amor del Padre, lo anima y sostiene la esperanza. Esa gran virtud teologal, que nos regala Dios y que pone en nuestros corazones para impulsarnos al deseo del cielo y de la posesión de Él mismo.

No permitamos que el ruido del mundo apague nuestra esperanza. A pesar de que el ambiente que nos rodea esté invadido por la maldad y la incertidumbre, mantengamos viva la confianza en el Señor, el mal no tiene «la última palabra».

La Cuaresma es el tiempo favorable para volver la mirada y nuestros pasos hacia Dios.

La Cuaresma también es la ocasión para el perdón y la reconciliación, los invito a que arrojemos de nuestros corazones todo aquello que nos separa del amor a Dios y a nuestros hermanos. Acerquémonos al Sacramento de la Reconciliación.

Hermanos hagamos de esta Cuaresma el tiempo para ejercitar la virtud de la esperanza, volviendo a anhelar los bienes eternos; tiempo que nos ayude a prepararnos a celebrar la Pascua del Señor con un corazón abierto.