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Hacen como que me pagan…

Por: Profr. José Luis Fernández Madrid

En cualquier trabajo, la capacitación o la profesionalización siempre son motivo de estímulo para quien, invirtiendo tiempo, dinero y esfuerzo se dedica a cultivar su mente para poner sus conocimientos al servicio de su actividad laboral.

Dentro del magisterio se reconocían estos sacrificios de una manera proporcional a su dedicación, no obstante, a guisa de ejemplo, con la desaparición de la Carrera Magisterial, misma que abarcaba diversos factores para la obtención de algún nivel, la capacitación se convirtió en un anhelo alcanzable sólo para aquellos que tienen un deseo intrínseco de aprender más, pero con escasa posibilidad de ser dignificados económicamente.

En el subsistema estatal la cosa pintó peor, las maestrías o posgrados cuyo título es debidamente registrado ante las instancias correspondientes, son pagadas con una ínfima cantidad quincenal cuyo monto no ha sufrido incremento en al menos ¡los últimos 20 años!.

Así de desvalorizado se tiene la profesionalización magisterial, de ese tamaño el desprecio por la actualización docente, por su crecimiento académico que redunde en una mejor práctica educativa.

Por fortuna, existen diversas propuestas de capacitación para con ello acrecentar el acervo cultural y académico principalmente ofrecidas por escuelas formadoras de docentes; cursos que son tomados por cientos de maestros y maestras que ven por sí mismo, una extraordinaria posibilidad por conocer nuevas formas, métodos y teorías, estudiantes que son conscientes de que no serán remunerados como debieran pero ahí están persistentes en su vocación; triste realidad.

Pensar en elevar los niveles de aprovechamiento escolar, eficiencia terminal y abatir la deserción escolar debe ser vista aparejada con la capacitación y profesionalización docente pero ésta, urgentemente debe ser reconocida con una atractiva y sustantiva erogación económica reflejada en sus percepciones; continuar haciéndolo como hasta ahora solamente seguirá generando desgano, desmotivación y apatía por la formación continua del docente…y nadie podría culparlos.

Dignificar su enormes esfuerzos por estudiar antes de que dentro del magisterio se institucionalice y haga realidad la terrible e indeseable frase de “hacen como que me pagan, hago como que trabajo”.

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