Icono del sitio

Rompiendo la unidad

Por: Mtro. José Luis Fernández Madrid 

Es más que entendible el que cualquier ciudadano exprese su sentir o su malestar ante determinadas situaciones y por supuesto el que manifieste de muy variadas formas ante la autoridad su descontento.

Cuando existen organizaciones legítimas que representan, gestionan y procuran ser las voces de un determinado grupo, son éstas quienes por obligación, las que deben de plantear los puntos de inconformidad en la búsqueda de su solución; por ello, los sindicatos de trabajadores, se erigen como los indicados para generar los acuerdos y diálogos con las diferentes instancias que inciden en la relación.

La fortaleza de los gremios se cimienta en la unidad, no importando la diversidad de pensamiento, la conjunción de esfuerzos es y debe ser mandato, por ello resulta extraño el que de pronto, saltándose la institucionalidad, algunos agremiados por cuenta propia estén generando acciones y actividades fuera de la planeación y conducción general.

Actitudes de este tipo, cuya gestación se da fuera de las instancias legalmente establecidas para ello, origina no sólo un resquebrajamiento de la indispensable unidad, sino que manda un mensaje de falta de fortaleza y de poder de convocatoria que inobjetablemente en nada abona a la consecución de sus planes.

Lamentablemente algunos integrantes de las organizaciones no han entendido, sea por la persecución de intereses propios o sea por la firme convicción de dinamitar a las instituciones, argumentando inacción, desdén o poco interés mostrado, justifican sus acciones emprendidas alejadas de una estrategia estructurada que debe surgir desde el seno de la representación oficial al considerar las distintas opiniones y sugerencias de sus agremiados.

Es válido y valiente externar puntos de vista, el solicitar tomar las medidas necesarias para abatir rezagos, faltantes o carencias de cualquier tipo, pero es más oportuno, decente y leal hacerlo saber por los conductos y canales adecuados, evitar protagonismos y cancelar deseos de proyección individual o grupal que origine que los movimientos llevados a cabo se pierdan en el descrédito y la poca representatividad.

Si las organizaciones efectivamente caen en el desgano o en la falta de empatía, traicionando su propia génesis, es cuando toma validez el que sean rebasados por la base, pero cuando existe interés en resolver las cosas y se actúa, quizá sin los resultados esperados inmediatos, carece de sentido el tomar acciones que más bien se realizan con afanes distintos al fortalecimiento de las instituciones y a la verdadera consecución de los objetivos deseados.

 

Salir de la versión móvil