Por: Profr. José Luis Fernández Madrid
No es necesario adentrarnos a la historia del nacimiento del sindicalismo en el mundo y en nuestro país; resulta ocioso remembrar los orígenes de los movimientos laborales que dieron origen a la conformación de gremios o sindicatos; lo que sí es imperioso es seguir considerando al sindicalismo, en todas sus facetas, como la oportunidad para reivindicar y valorar las negras historias de sangre, sudor, cárcel y muerte que sufrieron cientos de trabajadores por defender sus ideales.
Si no se concuerda con la importancia de su existencia, entonces dejemos morir el sindicalismo para renunciar a las luchas emprendidas por antepasados obreros; dejémosle morir para voltear la cara ante alguna arbitrariedad y encontrar sólo el frío vacío de la soledad laboral, dejemos morir el sindicalismo para estar a merced de voluntades y no amparados por la ley y las normas; dejemos morir las conquistas, las prestaciones, los logros y avances, caminemos silentes y sin compañía.
Conscientes de la enorme ventaja de contar con una organización que respalde las acciones y actividades propias de la función estaremos en condiciones de defenderla, de respetarla, de acompañarla, de criticar pero proponer, de ser divergentes pero converger; no se trata de coincidir siempre y con todo, se trata de no dejar morir el sindicalismo asumiendo posturas radicales.
Tampoco se trata de rendirle pleitesía y sumisión a los dirigentes en turno, se trata de convencer con la fuerza de la razón y la norma, de persuadir con argumentos sólidos y reales, de esgrimir verdades, de asumir con responsabilidad el rol que nos corresponde, de exigir lo justo, lo equitativo e igualitario.
Pretender dirimir en los espacios públicos de la virtualidad las diferencias de opinión, por intereses personales o grupales es sinónimo de querer cavar la tumba de sindicatos que son, viven y existen por sus agremiados. Quizá cuando se ponga en perspectiva y se comparen las diferencias existentes entre quien está afiliado a uno de ellos y quienes no lo están será la ocasión para comprender la trascendencia de una organización fuerte y unida.
Dejemos morir pues el sindicalismo para luego arrepentirnos por lo que tuvimos y dejamos ir.
PD: Valga la ocasión para desear a todos y todas una felices fiestas, que las disfruten en compañía de quienes les hacen reír y sonreír, de quienes les procuran un rostro de alegría, de quienes iluminan sus días y sus noches. Feliz Navidad y un productivo e inigualable Año Nuevo.