21 de noviembre 1922: Leavenworth

Por: Rosalío Morales Vargas

¿ Cuándo se habrá de traducir tu nombre
a todos los idiomas
para que sepan los proletarios del planeta
la pureza de tus ideas,
tu condición de hombre íntegro,
tu solidaridad fraterna?

¿ Cómo Ricardo Flores Magón habrán de hacerle
los carceleros gringos
para extinguir la luz de tu cerebro
y tu ejemplo moral resplandeciente,
tu fuerza regeneradora de utopías,
tu firmeza de roca
en querer construir un mundo igualitario?

Se aproxima el invierno en el penal de Leavenworth,
el frío de noviembre cala hasta los huesos,
una ergástula infame del noreste de Kansas
intenta amordazar un símbolo,
ahí un hombre solo, casi ciego, sigue enhiesto,
no ha logrado abatirlo la prisión,
resiste desalientos, crueldades, felonías.

Urdieron la mentira para acallar tu voz,
no podían dejar vivo al sembrador de sueños,
al caminante en territorios de ternura,
al llameante quijote emancipado;
te ultimaron sicarios del imperio
por denunciar el trípode sombrío
de clero, autoridad y capital.

No existían odios nacionales en tu ideario,
tu propuesta trasciende las fronteras:
Borrar las opulencias y miserias,
terminar con la angustia y temor por el mañana,
liberar de opresiones a los parias,
ondeando la bandera roja de «Tierra y Libertad»,
propugnando el trabajo sin siervos y sin amos.

El día llegará Flores Magón
en que gorjee la risa de los niños
y los hombres se aprecien como hermanos,
en que acabe el abuso a las mujeres,
desaparezca la esclavitud asalariada
y la codicia no envenene más la tierra:
Cuando fulgure el sol
de tu anarquismo comunal y libertario.