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2 de Noviembre: Como polvo en el viento

Por: Rosalío Morales Vargas

¿ Sabremos su naturaleza al fin,
o es una evanescencia y aporía?
¿ Estaremos mermados a ser nada,
o sencillo puñado de ceniza?
¿ Será mero espejismo en la distancia,
o ubicua su presencia y cercanía?

El vaho de un aliento apocalíptico
o fragancia de grata epifanía,
el frío y yerto abrazo de la ausencia
o cálido embeleso que acaricia,
el agua de un arroyo que va al mar
fluyendo sin cesar en su osadía.

Una galaxia a muchos años luz
de forma y catadura sibilina,
habitante de un cosmos desolado
que al centellear la mente advendría,
residencia en la tierra permanente,
mutación que a zancadas se aproxima.

Un llanto silencioso y agobiado,
un galope de tiempo en diacronía,
una palpitación que nos perturba,
u otro modo en otras geografías,
está al acecho desde el nacimiento
con la guadaña segadora lista.

Jamás hay que movernos entre dudas,
abordémosla con filosofía,
es símbolo que otorga un sentido
a la figuración y fantasía,
veámosla como hace nuestro pueblo,
con calaveras dulces coloridas.

Son vida y muerte tan inseparables
como una rosa que contiene espinas,
si existe lobreguez en las penumbras,
hay brillo y esplendor durante el día,
en la lucha por una causa justa
está la plenitud, hay que vivirla.

Una añoranza taladrando el tiempo,
un recuerdo, quizás una sonrisa,
un fulgor agitando la memoria
como polvo en el viento en estampida;
no conocemos cuando ha de llegar
la muerte, esa gran desconocida.

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