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El vacío de las aulas

Por: Profr. José Luis Fernández Madrid

Sí, las fechas para disfrutar el receso escolar se aproximan, son muchos, muy variados y divertidos los “memes” que aparecen y se comparten en el ciber espacio sobre el tema, el magisterio se alista para cerrar sus actividades de la mejor manera, cansados, fatigados y con el estrés a tope pero con la satisfacción de haber entregado el alma en sus funciones durante todo el atípico ciclo escolar.

En los próximos días, las escuelas dejarán de ser el generador de bullicio, las aulas desiertas llamarán a la conciencia de los maestros y  maestras sobre el enorme valor de su profesión, las canchas no serán más los espacios idóneos para el esparcimiento y la recreación, las historias, las miles de historias contadas en las cuatro paredes se detendrán, las risas, los cantos, las alegrías sufrirán una pausa. Muchos estudiantes partirán a otros destinos y nuevos llegarán.

Muy merecido el descanso del personal magisterial, sin embargo, ello no implica obligatoriamente el que sus mentes se alejen del todo de sus alumnos y alumnas, de sus compañeros, de todo el ambiente que rodea la dinámica escolar. La vocación, la motivación interna, las preocupaciones les invitan a pensar y repensar en todo lo que les depara el futuro próximo.

Impensable no añorar,  no extrañar sus labores aun estando de vacaciones, es imposible traicionar la trayectoria, su forma de vida, la vida misma.

Sabores y sinsabores, colores y tonalidades grises se alejan momentáneamente del espectro docente.

La generalización sobre el enorme deseo de dejar todo atrás durante estos días se convierte en una fantasía, en surrealismo,  a una gran cantidad de maestros y maestras les alimenta el alma una sonrisa de sus alumnos, una cara de satisfacción cuando logran un aprendizaje, el semblante de sus estudiantes al dar un refuerzo positivo, les anima el espíritu el ofrecimiento de una paleta chupada, de unas frituras desbordantes de la impresentable salsa, ver los rostros chorreados de sudor, el que les cuenten infinidad de fantasiosas historias.

A los maestros y maestras, los alumnos les inyectan su dosis de felicidad cuando les agradecen por ser y estar, por escucharlos, por atenderlos, cuando los padres de familia reconocen su esfuerzo y dedicación, cuando los directivos se congratulan de tenerlos entre sus filas.

Sí, ya pronto vienen las vacaciones, momento de extrañar y valorar lo que la bella profesión brinda. Los jubilados y pensionados, con seguridad saben más que yo de lo que estas líneas describen.

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