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Papa Francisco renueva condena a guerra «sacrílega» en Ucrania

El papa Francisco volvió a condenar este domingo en Malta la «guerra sacrílega» en una Ucrania «atormentada», al día siguiente del descubrimiento de cadáveres de civiles que ha suscitado repulsa e indignación.

«Pensando en la tragedia humanitaria de la atormentada Ucrania, todavía bajo el bombardeo de esta sacrílega guerra, no nos cansemos de rezar y ayudar a los que sufren», declaró Francisco tras un misa al aire libre ante unas 12 mil personas cerca de la capital, La Valeta.

El sábado, el pontífice condenó la invasión de Ucrania y habló de «algún poderoso, tristemente encerrado en las anacrónicas pretensiones de intereses nacionalistas, que provoca y fomenta conflictos», una referencia apenas velada al presidente ruso Vladimir Putin.

Preguntado por un periodista sobre un posible viaje a Kiev, dijo que una visita a la capital de Ucrania estaba «sobre la mesa».

Esta nueva condena del pontífice argentino tiene lugar al día siguiente del hallazgo de al menos 20 civiles muertos, algunos de ellos maniatados, en una calle de Bucha, una ciudad cerca de Kiev.

«Cansado»

Francisco, que llegó a la misa en su papamóvil, fue recibido en la plaza de los Graneros de Floriana, en las afueras de La Valeta, por los vítores de la multitud, deteniéndose varias veces para bendecir a niños y bebés.

«Ayer lo vi muy cansado (…) Creo que está sufriendo. Ya tiene una edad y el programa está muy cargado para él», opinó Anna Balzan, de 67 años, de la cercana ciudad de Qormi, que vino con su familia y sobre sus hombros llevaba una bandera del Vaticano que compró durante la visita de Juan Pablo II en 1990.

Desde el inicio de este viaje de dos días a Malta, el pontífice, de 85 años, parece tener problemas de articulaciones, una dolencia que lo ha obligado a cancelar recientemente otros compromisos.

Por primera vez, tuvo que utilizar una plataforma elevadora para subir y bajar de su avión el sábado.

Antes de la misa, visitó la gruta de San Pablo, en la localidad de Rabat, uno de los principales lugares de peregrinación de la isla, que ya habían visitado sus predecesores Juan Pablo II y Benedicto XVI.

Según la tradición cristiana, Pablo naufragó en Malta en el año 60 mientras se dirigía a Roma, y realizó varios milagros en los tres meses que pasó allí.

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