Por: Profr. José Luis Fernández Madrid
Con el regreso a clases presenciales es aún más notorio lo indispensable que son los olvidados de las autoridades educativas así como los otros olvidados, los maestros y maestras de Educación Física y los y las docentes de Artes, Música, Dibujo, Inglés y de Habilidades Digitales.
Hace falta en verdad estar presentes en los centros escolares para mirar y admirar los rostros de los niños y niñas cuando les toca su clase especial; con el clásico ¿Nos va a sacar? Revestido de inocencia y algarabía, los estudiantes esperan ansiosos su traslado a las canchas, a los laboratorios de cómputo o salones específicos; o tal vez con las tradicionales voces de: ¿Hoy nos toca? Esperan entusiasmados el relevo de su maestro(a) de grupo para recibir su clase además de especial, excepcional, fantástica, extraordinaria.
Conscientes de lo profundamente trascendental que resultan estas clases como complemento primordial para una educación integral y plena, es que se tiene que ser recíproco con el esfuerzo, la dedicación y la entrega que manifiestan estos docentes, ¿Cómo? Actuando para no desaparecer sus asignaturas, reponiendo los recursos cuando se presenten jubilaciones, compactar sus horas en uno o máximo dos centros de trabajo y en solo nivel educativo para evitar que ellos y ellas tengan que acudir hasta a ¡5 escuelas pasando por preescolar, primaria y secundaria! Inhumano, inexplicable.
La revalorización del magisterio no debe circunscribirse a quienes con pasión y determinación son “docentes de grupo”, todos y todas conforman una institución educativa, todos y todas tienen los mismos derechos y compromisos, excluir a los “especiales” es negar su valía, es omitir su presencia, es infravalorar su función.
Dar lo que por justicia merecen los eternamente olvidados implica dotarlos de más horas, completar sus tiempos, construir infraestructura en las escuelas donde dan clases, proporcionarles los insumos necesarios para que no tengan que comprar su material y aparte trasladarlo de escuela en escuela, implica nombrar funcionarios empáticos para que conozcan las penurias con que trabajan y actúen en consecuencia.
Ah…y si por ahí se les ocurre un aumentito extra a sus percepciones económicas, pues con más ganas se sabrá que les interesa reconocerlos en su justa dimensión.
Con admiración, respeto y agradecimiento a los olvidados, que espero pronto dejen de serlo.