Por: Rosalío Morales Vargas
Es el instante eterno
Que toca el paraíso
Un viaje sin final y sin escalas
La insurrección del gozo sostenido
La epifanía y el júbilo de encuentros
La grata sinfonía de mil sonidos
La plena comunión de dos miradas
El abrazo añorado tan querido
Es llama multiforme, arrobamiento
La mutación de un cuerpo en ser divino
Desbordamiento en riadas de ternura
Testimoniar absorto de motivos
Es el palpitar rítmico cubierto
En manto identitario bien tejido
La amistad y el amor desde la entraña
Emanan dignidad en los peligros
No es ritual de comercio y mercancías
El avaro interés se vuelve añicos
No hay amor en pulsiones por dinero
Ni el poder enturbiado en lo mezquino
No puede haber amor en servidumbre
Sin proa igualitaria al infinito
Es la pasión de afanes libertarios
En una luz de ocotes encendidos
El amor rompe muros y barreras
La floración más alta en lo vivido
El amor moviliza las conciencias
Al otorgarles brújula y sentido
Brota amor en las lides de los pueblos
Con mágicas estampas de erotismo
Amor e inteligencia ganan luchas
Si no son relegadas al olvido
Sana el amor, restaña las heridas
Causadas por el tiempo fugitivo
Es el instante eterno
Que toca el paraíso