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Desafíos para humanizarnos 2022

Por: Víctor M. Quintana S.

No es amarillismo decir que nuestra civilización está en grave peligro. Sólo las personas desinformadas y los seguidores de Trump parecen negarlo. Por segundo año consecutivo se han agudizado las tres principales amenazas en contra de esta forma de vida y de organización humana: la pandemia del COVID-19, el rampante cambio climático y el avance de la pobreza y la desigualdad.

La pandemia, ciertamente, ha disminuido su letalidad, pero la variante Omicronn nos ha mostrado que está muy lejos de estar desterrada y vencida. Hubo muy importantes avances en la vacunación… en los países más ricos y en algunos de mediano desarrollo. Mientras en Europa, Estados Unidos y otros países desarrollados, el 75% de las personas han recibido hasta tres dosis de vacuna, en África, menos del 10% de la población ha sido vacunada.

Mientras la pandemia ha provocado el fallecimiento de cinco millones de personas en el planeta y ha arrojado a 100 millones de personas a la pobreza extrema, seis empresas farmacéuticas han hecho de la vacuna el negocio del milenio:  Johnson & Johnson, Pfizer, AstraZeneca, Moderna, BioNTech y Novavavax. Las ganancias de éstas seis han llegado a 350 mil millones de dólares en los dos años del COVID-19.

La segunda amenaza es el cambio climático. El calentamiento global se está acelerando mucho más allá de lo que calcularon los científicos. Se están produciendo fenómenos climáticos extremos con mayor frecuencia: inundaciones, tormentas invernales, sequías, deshielos, mayor liberación de bióxido y de metano del permafrost de las regiones árticas.

Sin embargo, la Cumbre Climática celebrada en noviembre en Glasgow, Escocia fue un sonoro fracaso. Los países ricos intentaron utilizarla para un reseteo de las economías capitalistas, que implique grandes ganancias para las empresas de energías alternativas y restricciones severas para el avance económico de los países en vías de desarrollo. No se logró el acuerdo de que para 2030 nuestro planeta no rebase el límite de 1.5 grados de calentamiento. De ahí las manifestaciones de rechazo a la farsa de la Cumbre por parte de las organizaciones y movimientos sociales, sobre todo indígenas de todo el globo.

La tercera amenaza civilizatoria es el avance del hambre, la pobreza y la desigualdad, precipitadas, tanto por la pandemia, como por el cambio climático, como por la lógica capitalista de nuestras sociedades. Un reporte de la organización humanitaria Oxfam dado a conocer el lunes 17, señala que, desde el inicio de la pandemia la fortuna de las 10 personas más ricas del mundo se duplicó, mientras se hundieron los ingresos del 99 por ciento de la humanidad.

Por otra parte, según la FAO, la pandemia de COVID-19 elevó la proporción de personas que viven con hambre en el mundo de 8.4 a 10.4% de la población mundial, después de haber permanecido en los mismos niveles durante 5 años. Entre 83 y 132 millones más de personas cayeron en situación de hambre crónica por la pandemia, rebasando ya los 800 millones de personas en el planeta.

Pandemia, cambio climático, desigualdad y hambre nos amenazan a todas y a todos, no sólo a las niñas y niños de los países más pobres, siempre los más vulnerados. Amenazan a nuestra civilización, nuestro planeta y nuestro futuro muy cercano. Ahora bien, todos esos problemas son antropogénicos, es decir, los hemos generado los propios seres humanos, sobre todo desde la etapa histórica de la industrialización. Pensábamos que explotar más la naturaleza, consumir más combustibles, producir más, consumir más, era civilizar o humanizar nuestro planeta. Pero es todo lo contrario: entre más agredimos a la naturaleza, entre más dejamos que la lógica del lucro predomine sobre todo lo demás, no sólo destruimos nuestro medio, sino también nos deshumanizamos nosotros mismos.

Por eso, es necesario, que, comenzando por nuestra vida cotidiana personal y familiar, hasta nuestra vida social y política nos decidamos ya este 2022 a enfrentar los desafíos que la emergencia nos impone para salvar a nuestro planeta, cambiar nuestra civilización y, haciendo eso, humanizarnos. Podemos actuar en tres ámbitos:

En lo personal y en lo familiar: tomando conciencia de estas amenazas y sus causas, difundiendo datos que hagan que otras personas tomen conciencia. Viviendo con más frugalidad, austeridad, utilizando lo menos posible las energías fósiles, reduciendo la producción de basura. También hay que solidarizarnos con las personas más vulneradas, más afectadas por la pandemia, por el cambio climático, por la carestía de alimentos.

En lo comunitario: sumándonos a las diversas iniciativas que surgen en nuestro entorno o tomando la iniciativa nosotros mismos: participando en las acciones y organizaciones para defender el medio ambiente, consumiendo lo producido localmente, donando parte de nuestro tiempo en acciones de desarrollo comunitario y social.

En lo político y en lo social: manifestándonos en los medios y redes sociales a nuestro alcance para ir formando una corriente de opinión pública que haga conciencia del cambio civilizatorio que requerimos. Rechazando los proyectos extractivistas de minería, de tala de bosques y de depredación del ambiente por inmobiliarias. Y, muy importante: exigiendo a nuestros gobernantes y representantes que adopten y actúen una agenda de políticas y de acciones a nivel local, regional, nacional e internacional para establecer impuestos a las grandes corporaciones y fortunas y aplicarlos al sector salud.

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