Chihuahua, Chih.- Jesús Martín del Campo, reconocido político, activista y participante en primera persona en el Movimiento Estudiantil de 1968, engrosando la lista de represaliados y de presos políticos que pasaron por la tenebrosa cárcel de Lecumberri, abordó hoy en un conversatorio en el Instituto de Pedagogía Crítica (IPEC) de Chihuahua cómo aquel movimiento que fue haciéndose grande por momentos cambió la forma ver las cosas en todo el mundo, que ya no volvería a ser el mismo. Lo sucedido significó una apertura a nuevas formas de organización, educación, cultura, los movimientos sociales y luchas que han contribuido a ampliar los derechos ciudadanos y humanos.
En entrevista previa al conversatorio, al que asistió de forma presencial por las medidas ante el COVID-19 un reducido grupo de docentes, pero que pudo ser seguido por muchos más a través de las redes sociales del IPEC, Jesús Martín empezó puntualizando que fue participante del movimiento del 68 de forma directa, ya que por aquel entonces era estudiante de la Preparatoria Número 7 de la Universidad Nacional Autónoma de México en la Ciudad de México.
Al recordar con el paso de los años lo sucedido, asegura que “fue una alborada libertaria lo que sucedió sin que nos lo hubiéramos propuesto previamente, sino que por actos represivos del gobierno que entonces presidía Gustavo Díaz Ordaz hacia el estudiantado se generalizó una idea de mostrar el agotamiento de las formas de control de la sociedad, en especial sobre la juventud”.
Destacó que en un lapso muy breve tuvieron lugar “gigantescas movilizaciones para que hubiera mayores libertades, ejercimos las libertades que la Constitución ya de entonces preveía, que se han ampliado más adelante, como libertad de manifestación, de expresión, de crítica”.
Afirmó que tras solicitar que se castigara a los responsables y se destituyera a los jefes policiacos que orquestaron la barbarie, no hubo respuesta y fue entonces cuando se generalizó el movimiento.
“A partir de entonces ya no éramos los mismos los que estábamos estudiando, algunos estuvimos presos, yo estuve preso en la cárcel de Lecumberri y eso dejó ya una huella imborrable en nosotros”
Dio lugar a “una nueva idea, en primer lugar influir en la educación, en que se cultivara la posibilidad de que todo el mundo aprendiera a ser rebelde de algún modo, a generar cambios, y que casi todos nos vimos involucrados en la organización de movimientos sociales en la educación en primer lugar y posteriormente en organizaciones sociales diversas que llegaron a tener impacto nacional”, prosiguió con su relato.
Así, manifestó que muchos de los partícipes en aquel movimiento, incluido él, “tuvimos que ver con la creación de la Coordinadora Nacional de Trabajadores de la Educación”, de la que es miembro fundador, y de la Coordinadora Plan de Ayala de Movimientos Campesinos que reivindican las luchas zapatistas, además de otras organizaciones tanto estudiantiles y sociales.
“Hemos sido parte de estas transformaciones, así que el movimiento del 68 propiamente hablando y la masacre del 2 de octubre que fue hace 53 años se ve eslabonada en nuestro quehacer en los siguientes años en este tipo de luchas sociales que llegan hasta hoy, que están vivas”, aseveró.
En el campo de la cultura, Martín del Campo aseguró que después de lo ocurrido en el 68 se generó la creación de la modalidad de preparatoria que eran los Colegios de Ciencias y Humanidades, los CCH, que innovaron en muchos ámbitos tanto en el ámbito pedagógico como en la organización de las aulas, el surgimiento de la idea de los talleres y los subsistemas de media superior como el Colegio de Bachilleres.
Paralelamente, refirió que también se abrió la mente a la lectura de otro tipo de textos, y que en definitiva contribuyó a abrir muchos ámbitos, “claro los cambios de consciencia y de mentalidad no se dan de la noche a la mañana”, en la búsqueda de una sociedad mejor, la ampliación de los derechos humanos y un espíritu crítico”.