Por: Victor M. Quintana S,
Pueden parecernos muy lejanos, pero nos los podemos encontrar cualquier día en un crucero de nuestra ciudad. Porque las y los refugiados centroamericanos y haitianos que todos los días recibimos han sido desplazados de su tierra por una, dos o tres razones: la violencia, la falta de oportunidades en lo económico y la devastación generada en esta región por el cambio climático: huracanes, inundaciones, sequías. Centroamérica y el Caribe se han identificado como una de las áreas del planeta donde más ha impactado el calentamiento global.
El cambio climático afecta más seriamente a niñas y niños. La UNICEF acaba de publicar un informe muy esclarecedor a este respecto: La mitad de los 2,000 millones de niños que hay en el planeta, viven en zonas de “alto riesgo extremo” en cuanto a los siete mayores impactos negativos del cambio climático:
Hay 830 millones de niñas y niños que sufren por inundaciones de ríos y 240 millones que sufren inundaciones costeras. Los ciclones afectan a 400 millones y 600 millones de infantes que contraen los virus ligados al cambio climático como el dengue y el paludismo. Las crecientes olas de calor afectan a 820 millones y la escasez de agua a 920 millones. Por otro lado, la contaminación del aire afecta a mil millones de niñas y niños. Un tercio de los niños del mundo viven en áreas afectadas por cuatro de estos shocks y la séptima parte, habita en lugares donde sufren los siete impactos negativos.
Según la propia UNICEF hay 30 países con “Alto riesgo extremo para los niños”, en los que figuran países de gran población como la India y Nigeria. Destaca esta organización que además hay una inequidad radical en el planeta: diez países poderosos generan el 70% de las emisiones sucias, mientras que los 33 países cuyos niños sufren más por ellas, emiten sólo el 9% de las mismas. Esto ha generado, “Una crisis de los derechos de los niños y de las niñas”, concluye UNICEF y así titula su informe.
La asamblea de la COP 26, máximo organismo mundial de concertación ante el problema del cambio climático, comenzó el lunes 1 en Glasgow, Escocia. A pesar de los urgentes llamados de personajes como el Secretario General de la ONU, o de la niña sueca, Greta Thunberg, o del Papa Francisco, no se esperan grandes resultados. Y eso son malas noticias, sobre todo para las niñas y los niños de este planeta. Ellos son, parafraseando a Frantz Fanon, “los condenados del cambio climático”, nadie como ellos sufren ahora y sufrirán después los embates del calentamiento global en su juventud y en su edad adulta.
Es urgente que a los países ricos se les urja invertir para reparar el daño que inducen en los países pobres por las emisiones de gases de efecto invernadero. Por esa “colonización del bien común que es la atmósfera”, como señalan algunos. Es necesario que nos unamos a esta corriente global de opinión y que, a la vez, hagamos lo propio para que en nuestro país se reduzcan dichas emisiones y en nuestra vida familiar busquemos las formas prácticas, cotidianas, de dejar menos huella de carbono.
Es por nuestras niñas y niños. Hagamos nuestro el llamado de Greta Thurnberg: “La meta principal de los adultos, en cualquier sociedad debe ser proteger a sus niños y dejarles un mundo mejor que el que recibieron. Están fallando en una escala global…..Estamos en una crisis de crisis. Una crisis climática. Una crisis de los derechos de los niños. Nosotros los jóvenes no permitiremos que el mundo mire para otro lado, y se desentienda”.