Por: Rosalío Morales Vargas
¿ Cómo continuar, Che por tu camino,
en un tiempo en que flaquea la memoria,
en que domesticado dormita el pensamiento,
en que es cosa corriente el abandono de una causa,
en que la reverencia a los dioses del dinero
paraliza la acción y obnubila las conciencias,
en el que se canjean ideales por migajas
en el mercado abyecto del oprobio?
¿Cómo continuar, Che por tu camino,
en esta época sombría y tenebrosa
donde la abjuración se tiñe de cinismo
y se arroba en los cantos de sirena
cuyo acorde proviene del imperio,
ahora que deambulan dúctiles catervas
de aburguesados tránsfugas mezquinos
exhibiendo estandartes de ignominia?
¿Cómo continuar, Che por tu camino,
aquel de lucha y rebeldía,
que bregó en múltiples trincheras libertarias,
que no se sometió al asedio
de la cicatería y la vileza,
que desdeñó oropeles de fama y privilegios,
y fue fogón donde los sueños se sazonan
al calor y la luz de la pedagogía del ejemplo?
¿Cómo continuar, Che por tu camino,
el que marchó seguro al lado
de los parias y oprimidos de la tierra,
el del itinerario sublevado en utopías,
aquel que cabalgó por selvas y llanuras,
el de la ética, el trabajo y el estudio,
aquel de la semilla que germina en cada aurora,
el de la savia que fertiliza y vivifica?
Si se puede seguir por tu camino,
si se impulsa el vigor de la esperanza
de que este mundo puede ser de otro modo,
donde desaparezcan ataduras carcelarias,
y cese el apetito de poder de ghettos
y sectas ofuscadas de arrogancia;
entonces, Che, tu senda al fin,
oteará un horizonte liberado.