Por: Javier Martínez Badillo
Me llamo Javier, Javier Martínez Badillo, soy Profesional Técnico en Salud Comunitaria, y Tanatalogo, también soy mexicano. De raíces indígenas, mi padre un hombre mazahua, mi Madre una indígena otomí. Esta es mi historia en el sismo de 1985.
Era septiembre del año de 1985, yo estudiaba la carrera en el estado de México, para ser exactos en Cuautitlán Izcalli, cada mañana me levantaba a las 5:30 para alistarme, salir y llegar a la estación del metro cuatro caminos ahí tomar el camión que me llevaría a la escuela o comunidad donde estaría haciendo mis practicas comunitarias. Ese día fue lo que marco mi hacer Y quehacer con mi sociedad.
SE MOVIO EL PISO
Eran las 7 a.m. cuando tome el metro en la estación Tacuba para que llegara a cuatro caminos, 7: 15 llegue y junto con mucha gente subimos las escaleras, 7:19 me dirigí al pasillo que conduce a los diferentes autobuses y microbuses para otros destinos, al caminar sobre ese pasillo algo se movió y las luces que alumbran ese pasillo se apagaron y prendieron muy rápido, parecía como sincronizado pues unas luces se apagaban como de atrás hacia adelante y de la misma manera se encendieron, me sentí mareado, no tome mucha importancia al hecho y seguí mi camino pues justifique mi mareo a la falta del desayuno. Al salir al paradero mucha gente asustada y preguntándose en voz baja. Seguí sin tomar importancia me subí al camión y este arranco a mi destino la comunidad de Luis Echeverría Estado de México. Mientras viajaba en el camión (50 minutos aprox.), se escuchaban las canciones guapachosas que ponía el conductor sonaban a siempre a lo mismo, de pronto se corta la melodía y empiezan los comentarios del locutor, lo que alcance a escuchar es que el hospital Juárez de México se estaba cayendo, al mirar hacia la ventanilla veo mucha movilización y aullar de las ambulancias. Cada uno de los que viajábamos en el camión nos miramos con cara de duda. Entonces entendí que ese mareo no fue orgánico. Ese mareo fue de que tembló en la ciudad de México!, No quise pensar mucho pues ya estaba llegando a mi destino, baje del camión y lo que hice primero es llamar al negocio de mi mama y mi papa, les pregunte como estaban se escuchaba mucha interferencia todos estaban bien. Camine a la comunidad ya estaban mis compañeros de carrera y unos aun con sus walk man en modo de radio escuchábamos las noticias. El multifamiliar Juárez, súper leche, Tlatelolco entre algunos que mencionaban se decía que la gente corría, que había mucho polvo que se necesitaban mucha ayuda!, Ayuda, eso es lo que estábamos nosotros haciendo crear ayuda en las comunidades, decidimos ir al plantel y hacer una junta. Ahí mi compañero Gabriel junto con Brigitte, Laura y otros hacíamos planes, ya sabíamos vacunar, suturar, realizar reanimaciones respiratorias, etc. Ahí mismo hicimos brigadas y nos repartimos en áreas donde sabíamos nos necesitarían, el hospital de traumatología de lomas verdes, en el hospital Juárez, el súper leche, ese día junto con tres compañeras acudimos al hospital de traumatología llegamos a las 11 de la mañana nos dijeron que nos quedáramos pues se necesitaba material para intervenir a personas que habían perdido extremidades superiores (manos, brazos) esterilizar gasas, esterilizar sabanas y otros materiales quirúrgicos, Salí de ahí y ese mismo día me fui a casa ya eran las 7 de la noche, ya estaba mi familia reunida todos comentamos los que sucedió las noticias, Jacobo Zabudoski era quien estaba trasmitiendo desde las zonas dañadas, le dije a mi madre que lavaría mis uniforme blanco porque quizás lo usaría nuevamente para el hospital pues era practicante, mi padre estaba en el piso de arriba, mi madre mis hermanos y hermanos en la sala y yo en el lavadero con mi uniforme enjabonado, otra vez comienza a temblar. Mi madre grita! Mis hermanas salen corriendo! Mi padre baja las escaleras y yo les digo que todos salgamos tranquilos a la calle, ya en la calle se movía el poste de luz y el edificio de la esquina, Ninguna casa se derrumbó esa noche. Pero eso hizo que solo dormitara pues ya tenía miedo que volviera a temblar.
20 de septiembre son las 7 de la mañana y me toco ir a la avenida Juárez y doctora ahí estaba el hotel Regis y el cine Regis, en ese cine yo fui a ver la choca con Pilar Pellicer y Meche Carreño. Ahí estaba el hotel de lujo con su reloj en la esquina, el microbús no llego más que a insurgentes y Reforma, me dedique a caminar sobre reforma hasta llegar a Juárez, en una esquina está el edificio de la lotería Nacional , cuando pase por ahí, una señora gritaba que estaba temblando, otra vez!, me detuve un rato y mi razonamiento fue es histeria colectiva seguí caminando había para ese momento ya personas afuera de sus casa y negocios, nada se escuchaba que no fueran los perros ladrando, las noticias, alguien llora , casi está saliendo el sol y hay mucho polvo mucho polvo!, camino solo , camino y pienso que va hacer de toda la gente que se quedó sin casa, sin sus seres amados , sigo caminando y llego a lo que fue el hotel Regis y el Cine, mi cine favorito de estudiante(pasaban películas Mexicanas),al llegar con mi gafete de la escuela mi filipina blanca y mi equipo de auscultación me dicen que vaya a la casa de campaña necesitan quien vacune contra el tétanos. Pues se necesitaba proteger a quienes ayudarían a quitar los escombros (ese mero soy yo, el que vacunara), me presento con el medico que estaba preparando la sutura para un hombre, se había hecho una herida en el hombro derecho, me pregunta ¿sabes suturar? Le contesto que sí, (él no sabía, le dio miedo). Suture y bueno ahí junto con cuatros personas desconocidas y mi amiga Laura ya hacíamos equipo, unos vacunaban otros suturaban unos más recibían los donativos de sabanas pañales cobijas material clínico, agua. Todos desconocidos, todos ayudamos, a todos nos dolía el dolor de los demás, todos y todas queríamos ayudar. En ese campamento me toco estar de guardia, ahí estaba Daniel un chavo de 18 años, esperaba noticias de su familia que estaba en el hotel Regis, y la noche del 21 noche Daniel que dormía se despertó gritando, desesperado y llorando. Ya había pasado tiempo y el recordaba y sentía aun como se movía el edificio del hotel, solo atine a decirle que estaba bien que llorará, que es necesario, y lo abrace, siguió llorando. Y se durmió, verlo así sin familia, con temor, sin dinero. Me pregunte ¿y si yo fuese él? ¿Tendría el valor de vivir?, no supe que responderme pues ya habían llegado más personas para vacunar, poner sueros. Y llegaba la camioneta para entregar materiales muchas bolsas negras.
LAS BOLSAS NEGRAS
La noche del 21 de septiembre me toco hacer una tarea dolorosa ahí en el lugar donde estaba el hotel Regis y el cine, mi cine favorito, me toco hacer identificación de los cuerpos y miembros que rescataban los y las voluntarias, nuevamente dolor, pero ver a las señoras y señores con su café agua y atole que se acercaban para ver si necesitábamos de algún líquido para que no se nos bajaran las pilas, Le dieron valor a mi trabajo, ese trabajo doloroso. Era identificar los restos humanos que sacaban los voluntarios que retiraban los escombros. Mujer de aproximadamente 30 años pelo negro largo, facciones finas, ojos negros, cuerpo delgado, vestía una falda azul y una blusa negra. Varón de 18 o 20 años estudiante se encuentra con mochila, moreno pelo negro, de aproximadamente 1.60 de estatura. Mano y Dedos que sujetan una caja de chocolates, encontrados en lo que parecía una sala, son dedos parecen de niña pues tienen un anillito de colores y son muy blancos y delgados. No pudimos quitar la caja de chocolates. Esas escenas en mi mente siempre me hacen preguntarme, ¿Qué sentirían esas personas al caerles los muros encima?, ¿Cuál fue su último suspiro y su ultimo pensamiento?, me quede con esos pensamientos hasta estos días.
Llego la camioneta de la secretaria de salud, nos llaman y me avisan que han llegado más bolsas negras para que las usemos, pues ahí meteremos los restos humanos que alcanzamos a medio identificar, no solo eso, me piden que acompañe a la brigada de la secretaria de salud para hacer un rondín entre el multifamiliar Juárez, Tlatelolco, el hospital Juárez pues entregaremos bolsas negras para el mismo fin, meter restos humanos, historias ahora ya sin vida, personas en esas bolsas negras.
Mi compromiso con la sociedad.
Fueron casi 4 semanas de estar ahí en guardia con la casa de campaña, ya le decíamos casa de salud, las diferentes personas que nos ayudaban ya nos llamaban por nuestro nombre, hacíamos un equipo genial, sabíamos ya cómo trabajar y cada quien sabia su quehacer. Fue con la llegada del ejército y su poder de exigir sin consultar (hasta esos días se presentaron) lo que originó que pensara si quería estar más tiempo ahí. Un evento significativo fue cuando algunas personas que querían entrar a sus casas o rescatar algunas pertenencias le pidieron a los soldados permiso, ellos con su voz alta y sin sensibilidad dijeron que estaba prohibido. ¿Prohibido? Si ellos habían entrado y sacado algunas pertenencias que no eran para ellos hurtaban, robaban! No solo ellos también algunos civiles. Pasaron los días ya Tlatelolco tenía mucha ayuda (Placido Domingo hizo una gran convocatoria para la ayuda) no así en otros espacios como por ejemplo, el multifamiliar Juárez ahí se olía ya la soledad. Se sentía la ausencia de vida, sus edificios parecían sándwich un piso sobre otro, personas en cada piso, dificultad para sacarlos. Y dificultad para identificar esos cuerpos que alguna vez tuvieron movimiento.
Recuerdo que entre hombres y mujeres hicimos un gran movimiento de ayuda, no nos conocíamos, no sabíamos quienes éramos, ni a que nos dedicábamos, solo nos movía el ayudar todos teníamos ganas, y entre todos sabíamos quienes nos coordinaban, sabíamos que hacer y que no deberíamos de hacer, sabíamos que si nos ayudamos es menos dolorosa la pérdida y el dolor. Sabíamos que el dolor de los demás también era de nosotros.
La Sociedad Civil Organizada
En ese año de 1985, Ya se hablaba de la epidemia del SIDA, yo estudiaba casi a punto de terminar mi carrera y acudí a la semana cultura Gay, en el museo del chopo. Conocí sobre ayudar y para finales de 1985, me integré a La Fundación Mexicana Para La lucha contra el SIDA A.C. comencé como voluntario, después fui coordinador y durante 6 años fui el presidente de la misma (1999 -2005), también trabaje en proyectos para la secretaria de salud, INDRE. El Instituto Nacional de Diagnóstico y Referencia Epidemiológicas INDRE, también en el naciente CONASIDA. Hoy trabajo para las organizaciones de la sociedad civil, soy terapeuta en Tanatología, y atiendo quienes presentan alguna Infección de trasmisión Sexual.
Para los sismos del 2017 pasado en la Red Mexicana, organización para la cual trabajo hoy día, elaboramos cajas de apoyo en medicina y material de curación así como el apoyo a quienes perdieron sus tratamientos de antirretrovirales, hicimos lo que nos y toca hacer, responder nuevamente antes, apoyar en las crisis a nuestros vecinos y vecinas, haciendo férulas para quienes se lesionaron y a nuestros usuarios , es un ejemplo de lo que realizamos ahora más estructurados y con metas definidas desde la sociedad civil .
El sismo definió mi camino. Hizo que valorara mi vida, la de los demás, hacer para nuestra comunidad un quehacer cotidiano. Hoy a 32 años del sismo creo y estoy convencido en lo que hacemos las organizaciones de la sociedad civil, fuimos las personas organizadas quienes respondimos a la necesidad, a la solidaridad, sé que tenemos retos. Lecciones aprendidas y que en los años por venir que quede testimonios que fuimos muchos hombres y muchas mujeres quienes participamos en aquel llamado de ayuda.
Ayuda que sea verídica, ayuda que se justa, ayuda que sea para hacer la vida menos drástica en estos tiempos.
“Si es ayuda, hay que dar hasta que digamos, si es fue posible”