Por: Profr. José Luis Fernández Madrid
Aunque parezca increíble, es en épocas electorales cuando, de pronto y de la nada, aparecen docentes que buscan de manera “desinteresada” llamar a la conciencia de sus colegas de profesión.
Apelando a la corta memoria, procuran, aprovechando las redes sociales, influir en las decisiones político-electorales de sus pares y de la comunidad en general, abordando temas y publicaciones sin el más elemental análisis previo ni con la rigurosidad que amerita brindar una información real u objetiva.
Vergonzoso leer a maestros convertidos en verdaderos buscachambas alabando a un partido que se ha caracterizado, durante toda su historia como Gobierno, en un auténtico enemigo de las causas magisteriales.
En las distintas plataformas y espacios digitales, docentes y ex docentes que durante la mayor parte de su vida laboral la pasaron como burócratas o funcionarios públicos, hoy se erigen como los adalides de la democracia y de la conciencia gremial; se les olvida que durante el tiempo que permanecieron en sus espacios se encargaron ellos mismos de lastimar, sobajar e incluso humillar a los profesores y profesoras siguiendo las perversas instrucciones de sus jefes.
Añorando los tiempos en que ocuparon jefaturas de oficina, supervisiones, direcciones de área o cualquier otro encargo burocrático, ahora les brota su “necesidad” de orientar a los maestros para que dirijan su voto y con ello, si gana su candidata, regresar por sus fueros y seguir prendidos de la ubre gubernamental. Sujetos que sin ética y poca moral hoy, salieron de su madriguera para intentar roer el sabroso hueso que les puede proporcionar su servilismo y adulación.
Por encargo o por sí mismos, pocos (afortunadamente) se atreven a promover el voto en favor de quien puede darles de nuevo una oportunidad en Gobierno, obviamente, mostrándole a sus patrones las publicaciones en Facebook, que demuestre su abyección al proyecto definido.
Cuando estuvieron no apoyaron en nada al magisterio, cuando pudieron se burlaron de los docentes, cuando debieron hacer, deshicieron; ahora, pretenden resurgir de entre las sombras proclamándose como los voceros de las mejores opciones políticas: el Síndrome de Estocolmo en su máxima expresión.
Los maestros y maestras no olvidamos, sabemos distinguir entre las distintas opciones políticas, conocemos el negro historial de atropellos y no estamos dispuestos a que se repita.
¿Nombres de estos personajes? Pónganlos ustedes mismos, con seguridad coincidiremos.