Por: Rosalío Morales Vargas
La apremiante palpitación del tiempo vagabundo,
espolea para enviar al ostracismo
a la vileza de los pactos de silencio.
No sabemos aún lo que pasó,
en vilo suspendida la respuesta,
cubierta por un manto de exilio exasperante;
pareciera que se esfumaron en el aire
o que los engulló la tierra dolorida.
Ha crecido la hierba muchas veces,
se suceden atónitos los años,
por pasajes sombríos deambula la justicia,
existe herrumbre en celdas y candados,
en donde la verdad permanece prisionera.
A pesar de la rebeldía de los gritos indignados
y la marisma de salobres lágrimas,
se niega el viento a transportar noticias buenas.
Sombras de impunidad rampante acosan,
encubridores velos de perfidia en túnicas hostiles
ayudan a la niebla de angustia y desamparo.
Por llanos iracundos continúa la búsqueda,
se hurga entre tinieblas de ruindad y de cinismo,
se recorre la tierra reseca de pasos trashumantes
que con prisa caminan hacia un horizonte esquivo;
y a pesar del esfuerzo
y el despliegue de ímpetus insomnes,
no sabemos aún lo que pasó.
Mientras no se diluyan las sombras ominosas
y mientras el olvido no oxide la memoria,
encenderemos día a día
el pebetero de la lucha y la esperanza.