CDMX.- Para instrumentar los mecanismos de coordinación intergubernamental que requiere el sector, la Secretaría de Educación Pública diseñó la Estrategia Nacional para el Regreso a Clasesque garantiza, de manera pertinente y oportuna, la seguridad de las comunidades escolares de todo el país, indicó la subsecretaria de Educación Básica.

Lo anterior, expuso, con un enfoque de corresponsabilidad social en el que las acciones de la autoridad educativa federal se suman al trabajo solidario de los gobiernos locales, así como a los esfuerzos de las y los docentes, madres y padres de familia.

Durante su participación en el conversatorio La escuela pos COVID-19 en Iberoamérica: Retos y oportunidades, convocado por la Organización de Estados Iberoamericanos para la Eduación, la Ciencia y la Cultura (OIE), señaló que hoy se requiere pensar desde un enfoque complejo, dinámico e integrador para un regreso seguro a clases, con el propósito de disminuir, en lo posible, los efectos de la pandemia.

Afirmó que el encuentro es una ocasión propicia para la reflexión y el aprendizaje, y para garantizar que niñas, niños, adolescentes y jóvenes, regresen a las aulas en las mejores condiciones psicológicas, sociales, académicas y sanitarias.

La subsecretaria de Educación Básica indicó que en México más de 25 millones de estudiantes integran el nivel básico, de los cuales, 12 millones 451 mil 584 son mujeres y 12 millones 801 mil 722 son hombres, de ahí la magnitud del reto nacional para el regreso a clases.

“Para el gobierno de la Cuarta Transformación es determinante fundamentar las acciones derivadas de las estrategias y los principios de inclusión, equidad, excelencia, mejoras continuas e integridad, señalados en el modelo educativo de la Nueva Escuela Mexicana”, destacó.

Asimismo, consideró indispensable construir consensos sociales a nivel comunitario para que, sociedad y gobierno, caminen en el mismo sendero, y con el acompañamiento de los agentes responsables del funcionamiento de las escuelas.

Dentro de las acciones que la estrategia nacional plantea, resaltó la evaluación diagnóstica contextualizada por las y los docentes, al ser quienes conocen mejor que nadie, lo que sucede en sus centros educativos. “El diagnóstico tocará aspectos académicos y psicosociales con el propósito de identificar diversas dimensiones de la problemática educativa que viven niñas, niños y adolescentes”, precisó.

Detalló que la evaluación configura un esquema integral para la atención del rezago educativo; la deserción escolar, y la perdida de aprendizajes que la pandemia pudo haber generado.

“La educación es un proceso comunitario que sólo adquiere relevancia y significado para la vida cuando se cumple con el marco del diálogo con el otro. Estoy muy convencida que la magnitud global de desafío que esta pandemia nos plantea, obliga a generar redes de colaboración internacional para atender y cumplir con los propósitos sociales de una educación resiliente, capaz de encarar la nueva realidad postcovid-19”, concluyó.