Por: Profr. José Luis Fernández Madrid
Con ansias, el magisterio nacional y estatal esperó pacientemente los lineamientos, bases y convocatoria para las distintas promociones a fin de tener la posibilidad de acceder a otras funciones o bien a permanecer con las mismas pero con un mayor salario.
Después de mucho esperar, por fin se publicó la norma para participar en la promoción horizontal, sin embargo, aparte de los problemas, vicisitudes, caída del sistema para registrarse en la plataforma oficial así como las complicaciones para cumplimentar el aspecto administrativo, la convocatoria en sí detalló un punto que, en primera parece un castigo para cierto segmento del magisterio y, por otra, detonará en lo futuro una problemática aún mayúscula.
Así pues, el haber determinado que quienes tenían la posibilidad de promoverse horizontalmente debieron haber estado dos años previos consecutivos en su misma categoría, eliminó de tajo a muchos maestros y maestras que de forma interina, por necesidades del servicio, ocuparon cargos de dirección, es decir, a aquellos docentes quienes de manera comprometida y en aras de velar por la buena marcha de sus centros escolares aceptaron fungir como directores y/o subdirectores de forma temporal se les ha castigado por su buena voluntad. No cumplir con el requisito de haber estado frente a grupo aunque su nombramiento definitivo así lo especifica lo hacen ver como algo negativo. Incongruencia y total injusticia para ellos y ellas.
Por otro lado, avalar este requisito enfrentará una consecuencia aún mayor puesto que en lo sucesivo, cuando por cualquier motivo, los cargos directivos queden acéfalos y se requiera, por obvias razones, ser ocupados, nadie pero nadie querrá hacerlo por no ver perjudicado su derecho a la promoción horizontal futura.
Con lo anterior, si no se hacen las aclaraciones, sugerencias y recomendaciones pertinentes por parte de los actores que pueden incidir de manera directa ante la autoridad responsable acerca de lo incongruente y perjudicial del requisito en comento, el desorden administrativo y por ende académico, será de proporciones monumentales.
A estas alturas, no es concebible que se siga maltratando a los docentes que, insisto, de manera empática y con un enorme compromiso moral decidan contribuir al óptimo desarrollo de las actividades académicas en las distintas escuelas.