Por: Maestra Erica Franco Lavín
Una travesía maratónica ha representado el acceder a las plataformas digitales de la SEP vinculadas a la promoción horizontal y Vertical que plantea la USICAMM, este burocratismo digital ha sometido a los docentes a un estrés y desgaste físico y emocional, el derecho legítimo que todo maestro tiene para buscar que sus condiciones salariales mejoren y con ello garanticen un nivel digno de vida, se ve diluido por las fallas en los procesos que las autoridades diseñaron.
El problema de raíz radica en las contradicciones del discurso, la normatividad y la operatividad. El discurso se ha centrado en una revalorización que solo queda en abstracción, los titulares de la SEP usan la retórica para convencernos de que hoy nuestra labor es reconocida por parte de las autoridades, padres y madres de familia y la sociedad en general, pero esto no se traduce en el reconocimiento de la precariedad de los salarios de docentes o en los miles de maestros que se encuentran sin pago, y no menos importante, el trato indigno a jubilados y pensionados que se ha dado.
Cuando el discurso se agota, viene la falacia de la ley y normatividad, porque aunque se estipula en la Ley General del Sistema para la carrera de maestros y maestras, artículo 1, apartado III, que al pie dice “Revalorizar a los maestros y maestras como profesionales de la educación con pleno respeto a sus derechos”, justamente en esta travesía llamada Admisión, Promoción Horizontal y Vertical, es donde los derechos de los maestros siguen siendo pisoteados, pues aun teniendo una trayectoria impecable y de un gran compromiso como docentes, reuniendo todos los documentos académicos y laborales que lo respaldan, su derecho a participar en el proceso se ve truncado por las fallas técnicas de una plataforma digital, caracterizada por trámites impersonales y que ante cualquier problema, error, u omisión, nadie responde.
La operatividad de la USICAMM y la plataforma Venus han sido el dolor de cabeza para millones de docentes en las últimas semanas, día a día miles de quejas se replican en redes sociales y en las charlas de los maestros; dudas que ninguna autoridad educativa responde, problemas que nadie soluciona. Entre la ineficacia, ineptitud y deficiencia, entre silencios y evadiendo las responsabilidades, de manera escurridiza intentan esconderse los responsables y titulares de estas instituciones; es inconcebible que un docente tenga que dedicar horas, días o semanas completas intentando acceder a una plataforma donde parece ser la suerte la que determina poder ingresar, registrarse como usuario, pre-registrarse para la promoción, agendar cita, validar documentación, generar sus comprobantes y de esta manera conservar la esperanza de pasar a una siguiente fase
para continuar con el proceso y lograr el incentivo.
Ante este mar de incertidumbres, son los mismos maestros los que se escuchan y se responden, son ellos los que intentan guiar a otros y darles soluciones de acuerdo a su experiencia, es la empatía la que prevalece y se traduce en solidaridad; en un principio los mensajes entre compañeros era “intenta y no te desesperes, hasta que la plataforma te deje acceder”, se daban ánimos para que no se quedaran en el camino o abandonaran la tarea, pero al paso de los días los problemas se hicieron mayores, se entrelazaron tres procesos, Admisión, promoción Vertical y Horizontal, todos con fallas de dimensiones ya insostenibles.
Algo es más que evidente, los maestros no merecen un trato así, es necesario que exista una verdadera congruencia entre el discurso y las leyes que se emiten; si en la Ley General del Sistema para la carrera de maestros y maestras se plasmó que sus disposiciones eran con el fin de garantizar un salario profesional digno que permitiera a los maestros del Estado alcanzar un nivel decoroso para ellos y su familia, que disfrutaran una vivienda digna y así también dispusieran del tiempo necesario para la preparación de las clases que impartan y realicen actividades destinadas a su desarrollo personal y profesional, hoy el USICAMM no parece estar a la altura de lo que ahí se plantea.
Hasta ahora los procesos tienen un sello común, son excluyentes, ineficaces, generan burocratismo digital, siguen siendo unilaterales, sin ningún mediador que garantice que los derechos de los maestros y maestras serán defendidos ante cualquier anomalía u omisión por parte de la autoridad o las fallas de las plataformas digitales. La experiencia dentro del proceso resulta agobiante, extenuante, con una sobredosis de estrés, los docentes son considerados entes pasivos y sin oportunidad de aclaración o réplica, efectivamente se ha quitado lo punitivo de la ley, pero todavía queda mucho camino por andar para lograr que los maestros y maestras de México puedan hacer valer su derecho a una retribución salarial digna por la gran labor educativa que realizan.