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¡Me registraré como candidato!

Por: Profr. José Luis Fernández Madrid

No!, bajo ninguna circunstancia, quienes hacen suyas causas sociales deben sentirse con la egolatría de autonombrarse como los merecedores de postularse para un puesto político o político-sindical.

Medrar con las luchas emprendidas para la defensa de los intereses de la comunidad no es sinónimo de la necesidad de ocupar un cargo de elección o en la estructura de gobierno municipal, estatal o federal; hacerlo es, además de antiético, un portazo a quienes creyeron en que su apoyo y solidaridad era de forma desinteresada.

Se han destapado ya los nombres de quienes buscarán un espacio político-electoral y sorprenden que aparecerán en las boletas algunos personajes conocidos en las lides magisteriales, sociales, de la iniciativa privada y de las organizaciones de la sociedad civil que por el solo hecho de pertenecer a alguna asociación se consideran con los méritos suficientes para representarnos desde la trinchera política.

No se trata tampoco de satanizar a quienes en estos días se registraron por tal o cual instituto o partido, lo criticable es que las negociaciones se hagan en nombre y representatividad de los agremiados; si lo hacen en calidad de personas comunes, con base en su trayectoria, aportaciones, filantropía o cualquier otro antecedente de lucha social, nadie, jamás podría atreverse a cuestionarles pasar a otra vitrina en la que sus reclamos y demandas puedan ser visibilizados.

Hay muchas y muchas personas cuya formación y actuaciones previas ante sus agremiados o la colectividad es su mejor carta de presentación ante un electorado ávido de candidatos que velen de manera genuina, sin máscaras, sin compromisos corporativos o de grupo.

Preguntar ¿Qué han hecho anteriormente para ser dignos de una candidatura? cualquiera que ésta sea, será un buen parámetro para definir afinidades y otorgar o no el voto de confianza; si siempre se ha vivido de las ventajas que da estar cerca del poder, de ser favorecidos por el sistema, de alcanzar el nivel que actualmente ostentan virtud de resaltar en todo momento el ¡Sí señor! es una muestra palpable de lo que debe rechazarse y no permitirse.

Hacen falta verdaderos líderes que piensen por sí mismos y trabajen por el bien común; ser acomodados por sus jefes o patrones solo servirá para que  éstos sigan maniobrando en favor de sus particulares intereses.

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