Por: Víctor M. Quintana S.
El 2020 fue un annus terribilis para las mujeres. Es un hecho que la pandemia de COVID-19 ha dañado mucho más al sexo femenino, pero eso no se debe a que el virus haga distingos, sino a que la enfermedad aterriza en un mundo de relaciones muy desiguales entre los sexos, siempre en perjuicio de las mujeres.
Son ellas, desde adultas hasta niñas y ya mayores quienes más han sufrido los efectos de la pandemia en cuanto empleo, ingreso, sobrecarga de trabajo doméstico, de economía de cuidado y todo tipo de violencias.
La Comisión Económica para América Latina (CEPAL) ilustra como en esta región en el 2020 hubo un masivo éxodo forzado de mujeres del contingente de la fuerza de trabajo. En 2019, la tasa de participación laboral de las mujeres se situó en un 52%, y para el 2020 perdió 6 puntos porcentuales para llegar a 46%. La de hombres pasó del 73.6 al 69% entre los dos años. Perdieron dos puntos porcentuales más las mujeres.
Más desempleo de mujeres, más pobreza entre ellas: según la propia CEPAL, en 2020 habrían caído en la pobreza 23 millones más de mujeres que en 2019, para llegar ya a 118 millones en la región.
Las trabajadoras domésticas remuneradas son uno de los sectores más golpeadas por el desempleo causado por la pandemia. Tan sólo en un año en México una tercera parte de ellas perdieron su trabajo.
La pandemia también ha implicado trabajo adicional para las mujeres, triple jornada. Ahora, además del trabajo remunerado y del trabajo doméstico han visto incrementada su carga ya de por sí mayoritaria en lo que se llama la Economía del Cuidado. Son ellas las que están en primera línea para atender a quien se enferma en la familia, quienes más sufren la sobrecarga de labor por una mayor permanencia de la familia, sobre todo de los hombres, en el hogar.
Esto último también genera más violencia, y, de nuevo, la mayor parte de las víctimas de ella son las mujeres. Según el Secretariado Ejecutivo Nacional de Seguridad Pública en 2020, la violencia familiar se incrementó en un 8.45& con relación al 2019. La violencia de género en modalidades distintas a la violencia familiar se vio aumentada de manera impresionante: en un 80.32% con respecto a 2019. Los delitos de índole sexual pasaron de un promedio de 140 carpetas de investigación diarias a 148, seis cada hora.
La culpa no es de la pandemia. Es de una sociedad profundamente sexista, machista y desigual que hemos ido propiciando. Es necesario hacer conciencia de ello y actuar para revertir esas espantosas tendencias.
Y en su entorno ¿Qué se ha hecho para no hacer más pesada la situación de las mujeres durante esta pandemia?