Estos datos, números o cifras, nos hacen pensar que no todo es miel sobre hojuelas en nuestro país. Sin entrar a detalles, sabemos que el origen de estos males se halla en los pésimos gobiernos que han dirigido los destinos de la nación desde hace varias décadas, pero también, en las decisiones que, en materia económica y social, se han tomado con la “intención” de favorecer a los sectores más vulnerables. ¿Políticas públicas para los más necesitados? No lo creo. Y no lo creo porque con el paso de tiempo, hemos visto que esos 50 millones de pobres, en números, se ha mantenido y, en ciertos periodos, se ha ensanchado, y que también, esa pequeña élite concentradora de poder y riqueza se ha mantenido, sin variaciones y nuevos miembros. Esto, sin soslayar, los constantes actos de corrupción de funcionarios y/o servidores públicos que han utilizado los diversos programas sociales para su propio beneficio o el de su grupo político. ¿Programas sociales clientelares? En fin, el mundo no es color de rosa y mucho menos lo es en México; eso lo sabemos muy bien porque, indiscutiblemente, quienes a diario transitamos por las calles de alguna comunidad, municipio o entidad federativa, podemos percibirlo.

No obstante, lo anterior, pareciera ser que en el actual gobierno hay quienes en verdad viven en un mundo de fantasía, un mundo donde la desigualdad social y económica es inexistente; donde los sistemas de salud, educación y seguridad pública son inmejorables; donde la pobreza no llama las puertas de sus habitantes; donde las condiciones de vida permiten disfrutar de un descanso, al menos, los fines de semana; donde no hay motivo de que preocuparse porque los funcionarios y servidores públicos que laboran en diversas instituciones públicas, se abocan en cumplir con su función para atender y resolver las necesidades más apremiantes de los ciudadanos; donde caminar por la calle sin temor a ser asaltado o asesinado es, sencillamente, extraordinario; donde la educación es una prioridad para el gobierno y para la Secretaría de Educación; donde las escuelas se encuentran debidamente equipadas y habilitadas para que, con el trabajo de maestros y alumnos, se ofrezca una educación que posibilite un desarrollo integral de niños, niñas y adolescentes (NNA); donde las instituciones gubernamentales, brinden todas los instrumentos y herramientas necesarias para que el personal docente goce de una capacitación, actualización y profesionalización acorde a sus necesidades; vaya, en un mundo donde todo es felicidad, armonía y bonanza.

Desafortunadamente, tengo que decirlo, ese mundo no existe en México, o bien sí existe, pero en la mente de quiénes desde hace décadas han marcado una enorme distancia con la realidad que viven millones y millones de mexicanos. Para muestra un botón.

En días pasados, con motivo de los dos años de gobierno del Presidente López Obrador, el Secretario de Educación, Esteban Moctezuma Barragán, publicó en redes sociales algunas “acciones” que se han impulsado durante estos dos años: “a) Reencuentro con docentes: cero paros y huelgas; b) Un espacio de consenso en el Consejo Nacional de Autoridades Educativas; c) Una emergencia atendida con ‘Aprende en Casa’ 1 y 2; d) Un gobierno de la gente: La Escuela es Nuestra; e) Apoyos a estudiantes: 11. 5 millones de becas; f) Una nueva era: digitalización de libros de texto gratuitos; g) Nuevos contenidos: Formación cívica y ética; h) Educación integral; música y vida saludable; i) Una escuela diferente: la nueva escuela mexicana”. Acciones que, de alguna forma, confirman que el actual Secretario vive en un mundo de fantasía, pero que, con base en los hechos, se puede demostrar lo contrario. Veamos.

Si bien es cierto que en 2018 se realizaron en todo el país una serie de foros y consultas con la idea de lograr un gran Acuerdo Educativo Nacional que le diera forma a la reforma de la reforma educativa de 2013, y con ello se reivindicará al magisterio, también es cierto que las propuestas que cientos de actores educativos y no educativos formularon al respecto, no fueron incorporadas a un documento que permitiera observar, con claridad, el rumbo que habría de seguir la política educativa nacional a partir de que López Obrador asumiera el cargo que los mexicanos le confirieron y, por ende, del Secretario que éste designó antes del 1º de diciembre de 2018. No, no hay evidencia ni documento que contradiga mis argumentos. ¿Reencuentro con docentes entonces? Peor aún, ¿a qué tipo de reencuentro se refiere? Porque si sus datos le indican que ha habido cero paros y huelgas en el país, tal vez desconozca que nuestro territorio nacional está bajo una contingencia sanitaria producto de una pandemia mundial y que, por tales razones, las aglomeraciones serían contraproducentes. Ahora bien, si de manifestaciones e inconformidades se trata, habría que voltear la mirada a cientos de maestros de Yucatán, Hidalgo, Guerrero, Tlaxcala, Tabasco, Sinaloa, Tamaulipas, entre otras entidades federativas que, desde hace semanas, se vienen manifestando para exigir el pago que por propio derecho les corresponde por laborar en el Programa de Escuela de Tiempo Completo. Esto es solo por poner un ejemplo, pero las inconformidades son latentes en diversos rubros y programas, ¿le preguntamos a los docentes que laboran en el Programa Nacional de Inglés (Ochoa, 2020) o a los profesores de telebachillerato de Oaxaca que hace unas semanas se manifestaron en Palacio Nacional (Ramírez, 2020)? Insisto, ¿a qué tipo de reencuentro se refiere?

Ahora bien, si del Consejo Nacional de Autoridades Educativas hablamos, habría que recordar que este espacio fue creado en 2004, como resultado de un convenio signado entre autoridades educativas de los estados de la República y la Secretaría de Educación Pública (SEP); esto, con el propósito de atender lo que el Art. 17 de la Ley General de Educación (LGE) establecía: “las autoridades educativas federal y locales, se reunirán periódicamente con el propósito de analizar e intercambiar opiniones sobre el desarrollo del sistema educativo nacional, formular recomendaciones y convenir acciones para apoyar la función social educativa. Estas reuniones serán presididas por la Secretaría” (Gaceta Parlamentaria, 2011). Consecuentemente, a través de los años, este Consejo ha venido sesionando con la “intención” de apoyar a la gobernabilidad del Sistema Educativo Nacional (SEN) y, mediante el cual, colegiadamente – nos guste o no – se han llegado a determinar los principales lineamientos para la aplicación de políticas educativas nacionales. Así ha sido, y en tanto no se elimine ese convenio, así seguirá, ¿a qué se refiere el Secretario cuando habla de un espacio de consenso?

Por lo que se refiere a la mal llamada estrategia “Aprende en Casa 1 y 2” que la SEP puso en marcha para atender la contingencia sanitaria por Covid-19, mucho se ha dicho y mucho se ha escrito sobre este ello; por mi parte tendría que señalar nuevamente, puesto que ya lo he hecho en este y otros espacios, que al ser una estrategia y no parte de un plan educativo nacional que colabore con un proyecto, también educativo, en tiempos de pandemia, ha sido una mala decisión que ha tomado el gobierno federal y las autoridades de la SEP en turno; esto, porque si bien es cierto que en su momento el aislamiento al que recurrimos para cuidar nuestra vida y nuestra salud pudo haber representado un reto para las autoridades educativas, diseñar una estrategia que permitiera la continuación de un proceso formativo conforme a los contextos, escuelas, maestros, alumnos y padres de familia, no fue del todo correcta porque, precisamente, no se tomaron en cuenta por estos aspectos por parte de la Secretaría. En consecuencia, limitarse a proyectar programas televisivos de mala calidad (en aprende en casa 1), y otros, que en las últimas semanas han sufrido una mejora en su realización (aprende en casa 2), no han terminado de apuntalar la concepción misma de aprendizaje puesto que en sus emisiones, siguen presentando serias inconsistencias didácticas y pedagógicas (Alonso, 2020). Esto, además de que considerar a las principales televisoras del país para este propósito fue, desde luego, un desacierto… ¿político y educativo? No hay que olvidar que esas televisoras tienen dueños que, en su momento, se dijo, eran parte de la “mafia del poder”.

Sobre el tema de la Escuela es Nuestra, hace unas semanas publiqué un análisis sobre el posible regreso a clases presenciales que se puede vislumbrar en algunos estados del país; esto, por las declaraciones hechas por el Secretario. En dicho análisis, expuse que si bien es cierto que los datos que presentó la Directora de Evaluación y Monitoreo de los Programas Sociales reflejan que se han entregado recursos económicos a 57 mil 799 centros escolares, también es cierto que el grueso de escuelas de educación básica asciende a 198 mil 731, por lo que 140 mil 932 instituciones educativas del país, a la fecha, no han recibido recursos para su habilitación y rehabilitación dado el posible regreso a clases presenciales que se ha anunciado (Carro, 2020). Sí, es correcto; la manera en que se ha hecho llegar los recursos a las escuelas para que mejoren su infraestructura física ha cambiado (este es uno de los propósitos de la Escuela es Nuestra), pero el programa como tal, adolece de criterios para comprobar que dichos recursos puedan o no ser empleados correctamente. De esto ya he dado cuenta en un análisis que publiqué en junio de 2020 (Carro, 2020).

Por lo que toca a la afirmación denominada “nueva era: digitalización de los libros de texto gratuitos”, habría que recordar que esa “nueva era” comenzó, al menos, jurídicamente, en 2017, cuando el Senado de la República aprobó reformar la Ley General de Educación con la intención de obligar a la SEP, a poner a disposición de la comunidad escolar los libros de texto gratuitos y materiales educativos a través de plataformas digitales de libre acceso (Senado de la República, 2017). No obstante este ordenamiento jurídico, los libros de texto digitalizados ya existían en nuestro país desde hace algunos años. Habría que revisar los estudios de Sandra Faustino, Maricela López, Javier Organista y Katiuska Fernández, titulados “Caracterización de libro de texto gratuito digitalizado en educación primaria en México” y “Análisis del libro de texto digitalizado de educación primaria en español y matemáticas de México”, para comprender que los dichos del Secretario no son del todo ciertos. ¿Alguien se acuerda de Enciclomedia y de los materiales que ahí se podían encontrar? Ciertamente, muchos conocemos el resultado que tuvo ese programa que impulsó el gobierno de Vicente Fox, pero bueno, esta idea, así como fue planteada, no es nueva. De hecho, legalmente, la SEP está obligada a realizar este trabajo porque, de lo contrario, estaría contraviniendo las disposiciones normativas que se desprendieron de las reformas a la Constitución Política Mexicana y a las leyes que de ella emanaron. ¿Nueva era entonces?

Ahora bien, casi para finalizar estas ideas, llamó mi atención la denominada “una escuela diferente: la nueva escuela mexicana” puesto que, hasta el momento en que cierro estas líneas, bien a bien no se sabe qué es eso que la SEP llama “nueva escuela mexicana”. Es cierto, en la reforma a la reforma educativa de 2013 se alude a esta idea; sin embargo, no existe un documento que sea explícito en cuanto a su concepción, misión, visión, modelo educativo, y demás elementos teórico-metodológicos que nos permitan comprender qué es esa cosa extraña que llaman, insisto, “nueva escuela mexicana”. De hecho, dudo mucho que sea “nueva” porque, para acabar pronto, la actual no lo es, por ejemplo, actualmente en educación básica, se sigue trabajando con planes y programas de estudio, tanto del 2011 como del 2018. Entonces, ¿la “nueva escuela mexicana” es un híbrido de lo que se planteaba en esos “posibles” modelos? En fin, me gustaría conocer a qué se refiere con esto el Secretario.

Para finalizar, resta mencionar tres puntos que, por su propia naturaleza, los agrupo en uno mismo, el de “apoyos a estudiantes: 11. 5 millones de becas”, “nuevos contenidos: formación cívica y ética” y “educación integral; música y vida saludable”. El primero, porque ciertamente el gobierno federal amplió el número de becas entregadas a estudiantes; sin embargo, como bien sabemos, recibir un estímulo económico no necesariamente refleja un aprendizaje. Esta acción, aunque brinda un apoyo económico a estos alumnos, no es un indicador de que los chicos estén adquiriendo el aprendizaje que les permita avanzar en su desarrollo. Ello me lleva a los siguientes puntos, por un lado, para quienes se encuentran en el medio educativo, saben que los planes de estudio tienen que actualizarse; de hecho, el maestro tiene la posibilidad de incorporar un tema si es que observa que los materiales de apoyo de los contenidos que debe abordar ya no tienen vigencia, o bien, han sido rebasados por la misma época o por sus circunstancias, de ahí que establecer que se ha impulsado esta acción en esa materia o asignatura en estos dos años, me parece bastante desafortunada. Esta misma situación se observa en cuanto a la concepción señalada “una educación integral a partir de la música y vida saludable”, acciones que solo viven en el imaginario de este funcionario porque, si bien es cierto que la asignatura “vida saludable” se integró al “currículo en este ciclo escolar, también es cierto que hasta el momento no existe un plan y programa de estudio y, mucho menos, evaluaciones. Ahora, por lo que corresponde a la música, ¿alguien sabe qué es lo que se está haciendo en las escuelas públicas del país con relación a esta idea?

En suma, estimado lector, vivir en un mundo de fantasía no es malo, por el contrario, cada quien, en su individualidad, decide vivir en el mundo que mejor considere conveniente; claro, dependiendo de sus posibilidades e imaginarios. Lo malo de este asunto es que, al ser un Secretario de Estado quien emite una serie de puntos con la intención de resaltar los logros de este gobierno a dos años de haber iniciado, provoca que muchos nos preguntemos si en realidad hemos avanzado tanto como para echar campanas al vuelo o bien, para valorar que hace falta mucho por hacer puesto que “fantasías” ya hemos escuchado hasta el hartazgo.


Referencias:

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