¿A quién estoy reprobando?

Por: Profr. Andrés Varela

Compañero/a maestro/a que pretendes reprobar a las y los estudiantes con los que no tuviste contacto o tuviste contacto intermitente: me gustaría que reflexionáramos sobre un par de ideas que me han estado rondando la cabeza en estos días.

¿A quién estás reprobando?

Estoy de acuerdo en que pensarás que reprobar a un estudiante que no cumplió los objetivos que se plantearon, hace que tu práctica sea congruente con los fines educativos que te has propuesto. Sin embargo ¿a quién estás reprobando? Vale la pena hacernos esta pregunta a la luz de la nueva normalidad.

Muy seguramente estás reprobando a un alumno/a que no “logró los aprendizajes”. Sin embargo, ¿cuáles aprendizajes? ¿Esos, los del currículo que prácticamente se quedó inmóvil ante las condiciones emergentes de la nueva normalidad? ¿Esos aprendizajes que no les sirven a las y los niños para interpretar la nueva realidad de la cual forman parte y necesitan explicarse? Yo no podría reprobar a un estudiante que no logró aprenderse las tablas de multiplicar o que no supo hacer las divisiones que le pedí, pero, que aprendió a vivir solo en su casa mientras su padre o madre salían a trabajar con o sin semáforo rojo, porque de otro modo no hay cómo alimentarse.

Seguro que quieres reprobar a quien no tuvo contacto contigo, y dirás que en ese caso se “reprobó por faltas”. Aquí, habremos de preguntarnos: ¿en qué condiciones falta un niño/a a la escuela? ¿Cuándo falta y por qué lo hace? Seguro habrá muchas respuestas. Y en muchas de ellas, el culpable será el tutor o tutora. Incluso, habrá respuestas que culpabilicen al mismo estudiante -menor de edad- de sus faltas. Ante esto, estarás de acuerdo conmigo en que los NNA tienen derechos y no obligaciones ante la Ley. Y que esos derechos tienen que ser garantizados por nosotros: los adultos. Entonces, ¿Por qué reprobamos a un niño que se ausentó de la escuela en estas condiciones? ¿Por qué le transferimos el costo directamente a él? Encima de que su derecho a la educación no está siendo garantizado por los adultos, la escuela le reprueba. Pareciera que la factura correspondiente a la inoperancia de llevar “la escuela a la casa”, la terminan pagando a todos tiros las y los estudiantes.

En la boleta no aparece la reprobación de las condiciones de pobreza que obligaron al niño/a a trabajar, ni aparece la violencia familiar que puede estar sufriendo y que le obligó a no asistir a la escuela. En la boleta, no se reprueba al sistema educativo incapaz de ofrecer un espacio para todas y todos, tampoco se reprueban las malas decisiones gubernamentales que han hecho de la pandemia un horror para unxs más que para otrxs. En la boleta no se reprueba al crimen organizado esperando extender sus filas, ni se reprueba al Estado incapaz de garantizar los derechos de las niñas y los niños.

La boleta tampoco es solidaria con lxs niñxs que tienen alguna discapacidad, ni con lxs migrantes, ni con los niños y niñas que no hablan español o pertenecen a una comunidad indígena, tampoco lo es con quienes se encuentran en condiciones de abandono o quienes, a estas alturas, han perdido a un ser querido a causa del covid-19.

La calificación reprobatoria en una boleta, lo que hace es cerrar la puerta a quienes ya tienen bastantes puertas cerradas en las sociedades que hemos construido.

No sabemos en qué condiciones están viviendo las y los estudiantes, ni sabemos cuántos familiares han perdido o qué situaciones han tenido que vivir, tampoco sabemos cuánto les cuesta mandarnos un trabajo.

Lo que sí sabemos es que las llamadas al 911 se dispararon. También sabemos que muchos niños y niñas hoy conviven diariamente con su agresor. Sabemos que, posiblemente, muchas de las y los niños que tenían asegurada una comida en la escuela, ya no la tienen. Sabemos que la pobreza ha crecido y también que la nueva normalidad es diferente para quienes no pueden aislarse con un salario asegurado porque hasta eso es un privilegio de clase.

Por eso, ante estas condiciones de emergencia, te invito a que no repruebes a nadie. No le agreguemos más problemas a quienes ya los tienen.