Por: Maestra Rocío Carlos
Nuestro SNTE ha perdido de apoco el camino, nuestros representantes en la búsqueda de la figura política y la base desde la comodidad y el conformismo.
Necesitamos recuperarnos de esta crisis de mentira y confusión, necesitamos involucrarnos en una búsqueda consciente de la verdad, en una limpieza profunda del suelo que pisamos, leer con lupa, sacar con pinzas las mentiras enquistadas respecto a cargos y funciones sindicales, para entender primero que ¡sindicato somos todos! que quienes nos representan se deben a la base y no que la base debe rendirles agradecimiento ciego por realizar funciones que por deber, responsabilidad y ética deben cumplir.
Entendamos que el SNTE no son las personas, el sindicato es una institución y a ella nos debemos históricamente… Y en lo sucesivo es lo que debemos defender con la camiseta naranja bien puesta, con esa que dice SNTE y no pretender dominios falsos con leyendas o grafías que promuevan la egolatría de sus líderes de papel reciclado.
Levantemos la cabeza para mirar hacia atrás y ver la gloria de la verdadera lucha de quienes no buscaron reflectores sino para ver la manera de afianzar el camino docente apuntalado a derechos y prestaciones firmes.
Mirando también hacia el frente donde las nuevas generaciones nacen cada vez más desprotegidas, a ellos a los que por deber hay que apoyar prioritariamente para que conozcan la escencia del sindicalismo verdadero, en términos de unidad, pero apegadas a su real definición y no como un grito de acuerdos amañados, amafiados y enfermos de poder para el beneficio de unos cuantos.
Levantemos la cabeza, para animarnos a sacudir el polvo de nuestro SNTE, para sacar la basura acumulada debajo de sus alfombras viejas regaladas por políticos nefastos, lustremos nuestra casa a fondo, ahora más que nunca hay que sanitizar cada rincón de esa nuestra casa: NUESTRO SNTE, el de mi abuelo y el de mi hijo, para que no se contaminen con el virus de la deshonestidad.
Hay que limpiar cada silla y cada cajón, sobre todo esos cerrados con llave de oro, hay que abrir ventanas y puertas para que salga el olor disfuncional del nepotismo, barrer bien para sacar a la luz todos los acuerdos hechos bajo el escritorio, y por qué no darles una lavadita de justicia, sacudir cuadros y mesas de trabajo para borrar toda huella de corrupción.
¡Vamos! ¡Revisar hasta el diccionario! Para ver donde las palabras democracia, unidad y dignidad cambiaron tanto su significado.
Hay que corregir esas páginas donde dice que los derechos se negocian y la base se vende al mejor postor.
Pero ¡hay que hacerlo ya!
Informados, conscientes y dignos.
Recuperemos en hechos lo que en entrega y vocación es nuestro.
Restauremos nuestro orgullo y dignidad docente…
Pero hagámoslo juntos esta vez, con consciencia de gremio, por y para todos, de una vez y para siempre.
Por dignidad, por amor a la docencia… Por justicia.
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DIgnidad
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