Chihuahua, Chih.- Los bienes culturales muebles, como esculturas y pinturas que se encuentran en los recintos religioso, suelen ser más susceptibles a sufrir alteraciones en los materiales que los constituyen, que otros muebles históricos y culturales, debido al paso del tiempo y a la acción de agentes del ambiente, así como por acciones humanas, robos o extravíos.
Estas alteraciones, conocidas como deterioros, pueden llevar a que los bienes culturales se degraden parcial o totalmente, perdiéndose con ello la esencia humana que está en ellos.
Entre los principales deterioros que sufren las imágenes escultóricas se encuentran las siguientes:
Pérdida de dedos por el uso de vestimenta inadecuada
Suciedad, desgaste o fractura de zonas por manipulación
Faltantes de los soporte por el ataque de insectos o intervenciones inadecuadas
Incompatibilidad de materiales agregados con los originales
Discordancia entre la apariencia original y la pintura aplicada en una renovación
Desajustes y separación de elementos
Pérdida de elementos
Esto lo podemos observar de primera mano en recintos religiosos del siglo XVII del sur del estado de Chihuahua, como los son los templos de Santa Bárbara y Parral que aún siguen en uso, tanto de sus inmuebles como de sus piezas escultóricas, nos recuerda el investigador del INAH Chihuahua César de la Riva.
El hecho de que estas imágenes sigan exhibidas a diario al público e incluso que aun salgan en procesiones son los principales factores de su deterioro, ya que en muchas de las ocasiones han sido objeto de intentos inadecuados de conservación o reparación que terminan alterando su estado original, explica De la Riva.
Sin embargo conservar los bienes que se encuentran en los recintos religiosos es conservar parte de nuestras raíces, de nuestra identidad como personas y como integrantes de un grupo social.