ResISSSTE a 52 años de la matanza de Tlatelolco: El 2 de octubre es una herida causada por la infamia, pero es un llamado a la insurrección de las conciencias, el espíritu del 68 se niega a desaparecer

Chihuahua, Chih.- El Movimiento Magisterial ResISSSTE volvió a levantar la voz y salir a las calles en Chihuahua para mantener viva la memoria de la barbarie de la matanza de Tlatelolco en las manos, manchadas de sangre, del gobierno de Díaz Ordaz. Lo hizo con un evento reivindicativo en el kiosko de la Plaza de Armas, con mitin, música y poesía reivindicativas y la especial participación, un año más, de Armando Gaytán, que fue delegado al Consejo Nacional de Huelga por la Escuela de Ganadería de Chihuahua en 1968.

Como es habitual, el ResISSSTE no falló con su cita anual para evitar que lo sucedido el 2 de octubre de 1968 en la Plaza de las Tres Culturas de Tlatelolco caiga en el olvido.

Lo hizo con un evento altamente reivindicativo con la maestra Irma Loya como maestra de ceremonias del evento, los maestros Omar Juárez y Celina de la Rosa interpretando varias canciones contestatarias, el maestro Eduardo Bañuelos dando lectura a las décimas escritas por el maestro Rosalío Morales Vargas para recordar el 52 aniversario de la matanza, Armando Gaytán recordando cómo vivió en primera persona este episodio negro de la historia de México y el mensaje- denuncia del maestro Rosalío enfatizando que la memoria y el legado del 2 de Octubre siguen vivos.

A continuación su mensaje íntegro:

“Nos hemos convocado en esta tarde para convocar a la memoria, a la esperanza y a la lucha para impedir que el olvido nos impida darle sentido al porvenir. Hace menos de una semana, en este mismo lugar, recordábamos la masacre de Iguala a los jóvenes de Ayotzinapa, hoy rememoramos 52 años de la barbarie de Tlatelolco, entre ambos eventos hay un hilo irrompible y muchísimas cosas comunes. Hay la presencia de la felonía y la vileza, pero también del valor y la entereza.

Al 26 de septiembre y al 2 de octubre los unen muchas cosas, la represión a jóvenes estudiantes, la inquina gubernamental a los movimientos libertarios, la repulsa popular a los orquestadores de la infamia. Sin duda alguna Peña Nieto pasará a la historia como Díaz Ordaz, uno por Iguala, otro por Tlatelolco. Ambos son asesinos.

También hay una efeméride inolvidable que pocos recuerdan. El mismo día de la masacre de Iguala, ése día fallecía Raúl Álvarez Garín, uno de los enormes e inolvidables dirigentes del 68, quien dijo el 2 de octubre nos enseñó que podíamos volver a vivir, pero el 2 de octubre también nos enseñó cómo debíamos de morir, defendiendo las causas más justas de la humanidad.

La tarde el 2 de octubre de 1968 atestiguó un acto de barbarie, un crimen de estado y de lesa humanidad en la Plaza de las Tres Culturas de Tlatelolco. El régimen de Gustavo Díaz Ordaz preparó la solución final a un hermoso movimiento surgido dos meses atrás, pero gestado en décadas de opresión, de exclusión y de autoritarismo.

El signo distintivo del movimiento fue la exigencia de democracia y el cese al sofocamiento de la vida política, pero no se quedó ahí. Fue la resistencia a los excesos de poder en cualquier sitio donde se presentara, en las instituciones del estado, en las escuelas, en el hogar, en los sindicatos. El movimiento estudiantil del 68 se puso a tono con las revueltas juveniles que en ese año se desarrollaron en todo el mundo, en todos los continentes apareció la rebeldía de los jóvenes estudiantes, en Europa, París, Berlín, Helsinki, Roma, en África, Dakar, en Asia, Okinawa y Tokio, en Oceanía, Sidney, en América, Montevideo, Buenos Aires, Sao Paulo, San Francisco y México.

Una rebelión contra el autoritarismo y la burocracia, eso fue el 68, contra las prácticas despóticas y el pensamiento dogmático.

En México, el descontento acumulado encontró cauce para oponerse a una forma atrabilaria de gobernar, el movimiento confeccionó un pliego de demandas donde incluían el cese a la represión, la libertad de los presos políticos, la destitución de los jefes policiacos del entonces Distrito Federal, la desaparición del Cuerpo de Granaderos, la salida del Ejército de la UNAM y la derogación de los artículos 145 y 145 Bis del Código Penal, que tipificaban el delito de disolución social.

A menudo se recuerda el 68 por la tragedia del 2 de octubre, pero tiene otras muchísimas facetas, la combinación de las formas de lucha, la alegría en la resistencia, la abnegación en el cumplimiento de las tareas, la fiesta de la militancia, el florecimiento de las iniciativas y la inteligencia, el acercamiento con el pueblo, la ruptura de los moldes herrumbrados, y algo hermosísimo para la historia, la participación de miles y miles de mujeres como organizadoras, activistas, arengadoras en los mítines, coordinadoras de las asambleas. El 68 fue la primera vez que participaron de manera masiva las mujeres en un movimiento político y social.

El 2 de octubre es una herida causada por la infamia, pero es un llamado a la insurrección de las conciencias, a la práctica emancipadora, el 68 es la aflicción, pero también es el legado y a esa herencia jamás renunciaremos. El espíritu del 68 se niega a desaparecer y en la actual circunstancia histórica de carácter transicional el 68 alumbra el camino para lucha en contra del conservadurismo y la corrupción, del oportunismo y los privilegios, de la hipocresía política y la sumisión de la voracidad explotadora y los apetitos de poder.

El 68 es el año más renacedor, resurge en cada lucha obrera, en cada protesta estudiantil, en cada acción de los pueblos originarios, en cada reivindicación de las mujeres, en cada iniciativa de las y los trabajadores de la educación, en cada acción desde abajo contra los poderes fácticos,

El 68 nos enseña a reformular nuestros anhelos libertarios, a robustecer la lucha contra la desigualdad y la injusticia, a la reanimación de la idea de que es posible cambiar el mundo.

A 52 años de aquel verano y de aquel otoño convulsos e inolvidable, aquí seguimos, inhiesta la mirada, desafiando al porvenir, seguros estamos de que un mundo nuevo late en nuestros corazones y ese mundo está presente aquí y ahora, compañeras, compañeros, por la rebelión contra lo injusto, por la nobleza de los ideales, por la poesía de la voluntad, por la ética insobornable, por la lucha y la utopía, por la sangre derramada, por quienes cayeron, por quienes fueron heridos y desaparecidos. ¡2 de Octubre, no se olvida! ¡2 de Octubre, no se olvida! ¡Hasta la victoria, siempre!”.