Por: Rosalío Morales Vargas
Pudieron sacar fuerza de flaqueza
en décadas perdidas en la niebla,
sembraron la semilla verdadera
en lo sombrío de las horas densas.
Recogieron la luz de las estrellas
al borde de la ética dispuesta,
mantuvieron erguidas las cabezas
en la confrontación de las ideas.
Sufrieron la persecusión intensa
porque siempre apuntaron a la izquierda,
quisieron romper todas las cadenas
al filo del silencio y de la ausencia.
La tortura y prisión, la feroz guerra
no doblegó el fulgor de las conciencias,
donde estén compañeros, compañeras
su lid no fue un erial, no está desierta.
En los otoños de las hojas secas
y en los inviernos con la tierra yerta,
a pesar de la cruel indiferencia,
sin duda, llegará la primavera.