Día Internacional: Víctimas Desaparición Forzada

Por: Rosalío Morales Vargas

Con numerosos años desgranados
por la vereda gris de la congoja,
esa búsqueda amarga y angustiante
sofoca el alma, aturde el raciocinio;
lleva a cuestas voraz desasosiego
del fardo deleznable de injusticias
y los guijarros ígneos de la ausencia.

La sensación de un vértigo inconcluso
bate las galerías de la memoria;
pesa más que la muerte procelosa
en la insomne conciencia desgarrada.

Desde el oscuro sótano del miedo
donde se instala la inquietud en vilo,
el despotismo sádico aletea
entre penumbras pétreas de ruindad,
para pulsar las cuerdas del agobio
e impedir que crepiten los fulgores
de una aurora que quiere abrirse paso.

La infinita tristeza desolada
en el abismo cruel de la zozobra
se habrá de levantar de las cenizas
y encarar del horror los simbolismos,
ritos de impunidad de criminales,
ceremonias de pánicos felones.

La conmoción emocional no impide
el pundonor en lucha de familias,
que en medio del dolor y el sufrimiento,
desafían la abyecta impunidad,
la niebla de la indiferencia informe
y el ruido cruel de los abatimientos.

Lo proclamamos siempre a voz en cuello,
hoy las personas desaparecidas
hacen falta en hogares y palestras,
en la arena candente del combate;
por eso y otras cosas decidimos,
que no debe haber tregua hasta encontrarles.