Desde el Cereso insisten que no es COVID, pero todos síntomas y el tratamiento son de COVID: Denuncia esposa de ex director del Fideapech odisea y falta de información confiable

Chihuahua, Chih.- Tras tener conocimiento del traslado de emergencia el día de ayer de su marido desde el Cereso de Aquiles Serdán al Hospital Militar del 23 Batallón de Infantería de Chihuahua, Luz Maria Martínez Robles, esposa de José Joaquín Lázaro López Ramírez, exdirector del Fideapech, se trasladó inmediatamente de la Ciudad de México, donde reside, a Chihuahua con la intención de estar a su lado y saber exactamente su estado de salud. Esto, según relataba en voz propia en entrevista ya en esta ciudad, debido a la odisea que el exfuncionario vivió la interior del Cereso, su no traslado con anterioridad pese a contar con un amparo por temas de salud debido a su avanzada edad y padecer de hipertensión y la falta de información oportuna y confiable desde el cereso. Una prueba de ello es que Luz María asegura que le informan que su marido está con hemodiálisis, conectado a un respirador y con el tratamiento propio del COVID-19, pero desde el cereso niegan que lo sufra.

 

Entrando en antecedentes, la esposa del exdirector del Fideapech empieza recordando que “él está próximo a cumplir 60 años, es hipertenso, cosa que ya se le había informado a la jueza en la audiencia previa. Se pidió el cambio de medida cautelar, por la edad y además a raíz de esta pandemia argumentando que él era una persona vulnerable debido a la edad y debido a su condición de hipertensión”.

Recordó que pese a ello la juez María Alejandro Ramos Durán le negó el cambio de la medida cautelar de prisión preventiva “diciendo que el cereso tenía las condiciones de sanidad adecuadas como para evitar que dentro del cereso apareciera un caso”.

A continuación comienza a relatar la odisea vivida durante dos semanas por Lázaro López a raíz de su estado de salud dentro del cereso ante la negativa reiterada de las autoridades de permitirle ser atendido en un hospital al exterior.

“Mi esposo empezó a sentirse mal a mediados de agosto, por ahí del 12 de agosto, empezó a manifestar que se sentía cansado. Después para el fin de semana siguiente al 12 de agosto me dijo que tenía tos. Yo le estuve preguntando como se sentía, lo empecé a escuchar muy raro y todos los días le preguntaba yo si lo habían revisado y decía que sí, que su oxigenación estaba bien de acuerdo a lo que apuntaban en las bitácoras”, comienza recapitulando Luz María.

“Hasta que el martes lo escuché realmente bastante agitado, los abogados tramitaron un amparo de salud evidenciando los síntomas que él presentaba, que eran fatiga, tuvo diarrea, la tos, la falta de respiración, que fue cuando ya me pareció mucho más grave. Miércoles, jueves, lo siguieron yendo a revisar todos los días, el jueves me dicen que le mandaron suero vitaminado, pero que además había que conseguirlo porque dentro del cereso no tenían ese medicamento”, prosigue con su relato.

Asegura que el vienes Lázaro López le dice ya había llegado el medicamento, que se lo iban a poner, “yo me quedé con esa idea y después ya no volví a tener comunicación con él”.

Retoma el relato manifestando que a través de sus compañeros y familias de éstos “me hicieron saber que se había quedado internado en el hospital del cereso. Ese mismo día había salido el amparo pidiendo que se le diera atención inmediata y se le hiciera una prueba de COVID”.

“Sábado por la mañana me reportan que está estable en observación y que una trabajadora social era la que me iba a estar reportando su estado de salud todos los días. Domingo otra vez estable en observación con oxígeno intermitente, lunes otra vez estable, el oxígeno ya no lo tiene todo el tiempo, ayer martes me dicen estable con oxígeno ya más tiempo y a las dos horas me llaman para decirme que hay que trasladar a un hospital”, relata.

“Pregunto que qué pasó, que por qué hay que trasladarlo, y me dicen que no me pueden decir más, que los médicos determinaron que ya iba a estar mejor atendido en un hospital fuera”, precisa.

Señala que el traslado tuvo lugar alrededor de las 2 de la tarde hora de Chihuahua de ayer y a ella no le volvieron a dar información oficial hasta hoy. No obstante, a través de familiares de compañeros, no por las autoridades a cargo de su resguardo, aseguró que para la noche de ayer “ya sabía que mi esposo había ingresado con deficiencia renal aguda, con la presión muy disparada, deshidratado, y con eso me fui a dormir”.

Hoy al aterrizar y también de forma extraoficial volvió a tener conocimiento de que “mi esposo está con hemodiális, ya está con respirador, hablo a la hora que me indicaron al cereso para pedir información de su salud y me dicen que el último reporte que tiene es de ayer en la noche, que es que estaba con hemodiálisis y nada más, que si quiero saber más que llame a las 2 de la tarde”.

“No se me permite tener información directa del hospital, todo tiene que ser a través del cereso, no han confirmado COVID, ellos insisten que no es, sin embargo todos los síntomas son y el tratamiento que le están dando ahora son de COVID”, lamentó la esposa del ex director de Fideapech, añadiendo que según fuentes en días pasados a su marido le realizaron una placa y “los pulmones sí se veían comprometidos”.