Para pocos es desconocido el menosprecio del que fueron objeto las escuelas normales durante el gobierno peñanietista. La mal llamada reforma educativa de 2013, trajo consigo una serie de ataques y denostaciones hacia el normalismo mexicano como nunca antes se había visto. En este tenor, el sueño de Aurelio Nuño, ex secretario de educación, de desaparecer a estas instituciones formadoras de docentes no se cumplió pues, aunque durante su “administración” fue notoria esta intención, la soberbia no le permitió observar la fortaleza de estas escuelas, pero también, lo que los tiempos electorales traerían consigo en 2018. ¿Torpeza?, ¿miopía?, ¿desconocimiento?, ¿errado asesoramiento? Con seguridad la respuesta a tales cuestionamientos las tendría este ex funcionario, por mi parte, considero que todo este cúmulo de cuestiones, además de los trágicos eventos ya conocidos de la noche del 26 y madrugada del 27 de septiembre de 2014, en Iguala, Gro., hicieron visible el abandono al que fueron sometidas las normales por mucho tiempo, pero también, una de sus características más importantes dado el encargo social impuesto en México: la formación de maestros.

Con este escenario, en mayo de 2018, fuimos testigos del lanzamiento de una sentida demanda histórica del normalismo mexicano: su fortalecimiento. Y es que, por esas fechas, el ex candidato presidencial Andrés Manuel López Obrador, en Guelatao, Oax., había presentado los 10 compromisos que, a decir de él, serían la base para impulsar y fortalecer la educación en México; como parece obvio, destacaron en dichos compromisos: la cancelación de la mal llamada reforma educativa (compromiso 6), la entrega de becas mensuales a estudiantes (compromiso 4), y el fortalecimiento a las escuelas normales y a la Universidad Pedagógica Nacional (compromiso 5) (El Financiero, 12/05/2018).

Pasado el momento electoral, y una vez que los votos llevaron a la victoria a este político tabasqueño, el pasado 1 de diciembre de 2018, tomó posesión del encargo que los mexicanos le habían conferido. Con tal designación, algunos de esos compromisos anunciados en Guelatao no se hicieron esperar y, después de intensos jaloneos, tanto en la Cámara de Senadores y Diputados, el 9 de mayo de 2019 se aprobó la reforma a los artículos 3º, 31º y 73º constitucionales (Aristegui Noticias, 9/15/2019) publicándose éstos en el Diario Oficial de la Federación (DOF) el 15 de mayo de ese mismo año.

Por lo respecta a las escuelas normales, y a su tan anunciado fortalecimiento, en el Transitorio Décimo Primero del Decreto por el que se reforman, adicionan y derogan diversas disposiciones de los artículos 3º, 31º y 73º de la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos, en materia educativa (DOF, 15/05/2019) quedó asentado que: “…para dar cumplimiento en el párrafo noveno del artículo 3º., el ejecutivo federal, en un plazo no mayor a 180 días contados a partir de la entrada en vigor de las presentes disposiciones, definirá una Estrategia nacional de Mejora de las Escuelas Normal, la cual establecerá acciones para su fortalecimiento”. Y, para este propósito, la Secretaría de Educación Pública (SEP), a través de la Subsecretaría de Educación Superior (SES), la Dirección General de Educación Superior para Profesionales de la Educación (DGESPE) y el entonces Mecanismo de Coordinación Nacional de Autoridades de Educación Normal (MCNAEN), lanzaron en el mes de marzo de 2019, una convocatoria para que la comunidad normalista de todo el país, participara en el Congreso Nacional para el Fortalecimiento y Transformación de las Escuelas Normales Públicas. Congreso que fue inaugurado por el Secretario de Educación, Esteban Moctezuma, el 16 de mayo de 2019, en el Estado de México (Voces Normalistas, 16/05/2019); esto, como puede usted observar, una vez que las reformas a la reforma educativa de 2013 se habían aprobado.

Al respecto es importante señalar que, dicho Congreso, se desarrolló en 4 etapas, la primera de ellas tuvo lugar en el Estado de México (mayo 2109), la segunda en San Luis Potosí (julio 2019), la tercera en Baja California Sur (agosto 2019) y, la última, en Puebla (octubre de 2019). De los trabajos que realizaron, durante esas etapas, poco más de 250 Delegados Nacionales Normalistas (directivos, profesores y alumnos) provenientes de todos los rincones del país, se obtuvo la Estrategia Nacional de Mejora de las Escuelas Normales (SEP, 2019). Para conocer un poco sobre el desarrollo de los trabajos de dichos delegados, le invito leer los artículos de opinión que, en distintas fechas y en diferentes espacios, publiqué en aquellos días: “El normalismo mexicano: entre el olvido y la 4T”, “Los resolutivos de San Luis Potosí para la transformación de las normales”, “El congreso de normales: la esperanza para el normalismo mexicano”, “Presupuesto para las normales: de prioridades a prioridades”, “Crónica de una muerte anunciada: la estrategia para las normales”, “Y dale con las normales”, “La estrategia para las escuelas normales: un réquiem y… ¿su entierro?” (Ver referencias).

Así pues, en el documento denominado Estrategia Nacional para la Mejora de las Escuelas Normales, específicamente, en el eje estratégico 2. “La escuela normal y su planeación hacia el futuro que permitirá impulsar procesos de enseñanza y aprendizaje; además se recuperará la formación inicial y reconocerá a las maestras y maestros como profesionales de la educación”, se estableció que: “La proyección al futuro de las Escuelas Normales requiere fortalecerlas e impulsar un proceso de transformación en función de las demandas actuales y futuras del entorno social (local, nacional y global), impulsando los valores para la convivencia en el marco de la diversidad y de las políticas públicas generadas por la colaboración con organismos internacionales. Su oferta educativa debe responder a las exigencias diferenciadas de formación en el campo de educación: inicial, preescolar, primaria, secundaria, media superior y superior; especial, inclusión educativa, educación física, artística, indígena e intercultural. Los objetivos de este sistema deberán articularse en un proyecto de país humanista, equitativo y democrático, con sustento en el ejercicio de los derechos humanos, responsabilidades y voluntades que atiendan el desarrollo personal y colectivo, y contribuyan a disminuir los índices de pobreza, discriminación y rezago social con el fin de lograr la excelencia educativa”.

Tal proyección se derivó, repito, de los trabajos que los Delegados Nacionales Normalistas realizaron durante las cuatro etapas referidas y, en las que me consta, se discutieron ampliamente estos temas con el objetivo de proponer una serie de acciones que llevaran a las escuelas normales, a brindar un servicio educativo conforme a las necesidades y demandas que el mundo actual impone día a día; no obstante, lo anterior, tal parece que a quienes se encargan de dirigir los destinos de la educación en nuestro país, me refiero al actual Secretario de Educación, y colaboradores, se les olvidó que: 1. esta Secretaría emitió una convocatoria para el congreso nacional referido en marzo de 2019, 2. que durante las 4 etapas en las que se desarrollaron los trabajos del congreso emanaron importantes acuerdos, producto de intensos debates que los Delegados Nacionales sostuvieron, 3. que esos acuerdos, fueron mayormente plasmados en la estrategia nacional de mejora ya referida, 4. que el fortalecimiento de estas instituciones, si bien es cierto que pasa por la oficina del Secretario, habría que recordarle que fue una promesa de campaña, luego un mandato constitucional y, ahora, una lejana realidad por lo que a continuación brevemente expongo.

El pasado 20 de julio, José Antonio Román, a través del periódico La Jornada, publicó una nota cuyo título dejó frío a más de uno: “Quince universidades públicas darán licenciatura en Educación Inicial” (La Jornada, 20/07/2020). En esta nota se especificó que, un total de 15 universidades públicas del país, impartirían desde el próximo ciclo escolar 2020-2021 la nueva licenciatura en educación inicial, con el objetivo de atender un déficit en la formación de profesionales que enfrenta el país para la atención y cobertura de la primera infancia porque, actualmente, existen más de 14 millones de niños y niñas sujetos a derecho a la educación inicial, de los cuales, el 86 por ciento está fuera de cobertura; asimismo en tal comunicado, cuya base se encuentra en el boletín No. 195 que emitió la SEP ese mismo día, se aseguró que, tanto los rectores de las universidades que impartirían la carrera y el propio Secretario de Educación, revisaron el plan previsto para cursarse entre tres a cinco años (SEP, 2020).

Al respecto me pregunto: ¿y las escuelas normales?, ¿y los acuerdos logrados por los Delegados Nacionales asistentes al congreso nacional para el fortalecimiento y transformación de las escuelas normales públicas?, ¿y la estrategia nacional de mejora de las escuelas normales?, ¿y la proyección planteada en el eje de análisis ya referido? Consecuentemente: ¿de qué manera se pretende fortalecer a las normales si a las universidades se les confiere la formación de educadores para la infancia?… ¿otra vez el menosprecio?

En este sentido, desde luego que es respetable el papel que juegan en estos tiempos las universidades del país dada la formación de profesionales en sus distintas áreas o disciplinas, pero ¿por qué menospreciar la formación de profesionales en educación inicial cuando en el país, al menos en tres estados, ya se oferta la licenciatura en educación inicial por diversas escuelas normales?, ¿no habría otra forma o mecanismo para que las universidades accedieran a mayores recursos por parte de la federación?, ¿por qué no trabajar para aperturar esta licenciatura en las escuelas normales de México?

Lo anterior sin olvidar que, en la Ley General del Sistema para la Carrera de las Maestras y Maestros se establece, en su artículo 40 párrafo segundo, que: “…los egresados de las escuelas normales públicas del país, de la Universidad Pedagógica Nacional (UPN) y de los Centros de Actualización del Magisterio, tendrán prioridad para la admisión al servicio público educativo”. Entonces, ¿qué pasará con los egresados de estas 15 universidades?, ¿les será otorgada una plaza automática para que laboren en algún centro educativo lo cual violentaría la ley aprobada en mayo de 2019?, ¿será que la UPN pretende apropiarse de esta forma de participación para la formación de licenciados interinstitucionales en educación inicial y gestión de instituciones?, ¿por qué echar al olvido el plan de estudios 2013 para la licenciatura en educación inicial que se oferta en escuelas normales de Puebla, Yucatán y Durango?

En suma, considero que las escuelas normales no son nuevas en la formación de formadores para la educación inicial; si usted revisa los datos que proporciona el Sistema de Información Básica de la Educación Normal (SIBEN), podrá observar, que hay información que asegura la existencia de una matrícula importante en la Licenciatura en Educación Inicial 2013 en los tres estados que ya he referido (https://www.siben.sep.gob.mx/pages/estadisticas_recientes), entonces, ¿por qué de nueva cuenta el olvido?

Bendita campaña, benditos compromisos, bendita transformación.


Referencias: