Del pesar a la indignación

Por: Pbro. Camilo Daniel Pérez.

En días pasados escribí un artículo titulado “Ya cayó, ya cayó” tomando estas frases de un buen número de chihuahuenses que salieron a festejar la aprehensión del exgobernador de Chihuahua, César D. En dicho artículo expresaba mi pesar por el “absoluto silencio de la Iglesia Católica… en este proceso tan difícil de la búsqueda de la justicia para Chihuahua”.

Por fin la Arquidiócesis de Chihuahua ha dicho su palabra en un comunicado, pero no precisamente para acompañar al pueblo en la exigencia de justicia frente al evidente saqueo del erario público en la administración pasada.

El comunicado de la Arquidiócesis hace en sus expresiones un claro intento de aparentar imparcialidad, diría de una manera ingenua, pidiendo que en el juicio al exgobernador “se actúe conforme a derecho… que resplandezca la verdad”, que sea un “proceso justo”, con “justa recuperación… a quienes han sido afectados por acciones deshonestas”, “nuestra oración por él (Lic. Duarte) y por los suyos”, etc.

Sin embargo, en su esfuerzo de imparcialidad un tanto farisaica está su propio pecado, pues un cúmulo de frases deja entrever la parcialidad a favor del Lic. Duarte. Hay expresiones que son contundentes en este sentido como: Que no haya “ni revancha, ni argucia política”. “No es momento de sectarismo ni de canibalismo político”, “en los Cerezos ni están todos los que son, ni son todos los que están”. “Hay que reconocernos solidarios en el bien, sin presunción ante los que obran el mal”, etc. Es de llamar la atención que la Arquidiócesis se preocupe porque se haga justicia al Lic. Duarte y no sea lo habitual en tantos otros casos, como, por ejemplo, en lo que respecta a las víctimas de la violencia y en la atención a las y los desaparecidos.

El comunicado en sí tiene toda la razón de pedir un juicio justo; sin embargo, presupone que en el fondo del asunto hay una politiquería barata, revanchista, electorera y que, tal vez, se esté echando leña verde al fuego. No debemos olvidar que la llegada a la Gubernatura del Lic. Javier Corral se explica, como él mismo lo dice, “en gran medida por esa exigencia de justicia frente al saqueo y al latrocinio”.

Pero lo que es más grave: Independientemente de una justa “judicialización del caso,” a la Arquidiócesis  le ha faltado escuchar el “grito del pueblo” exigiendo justicia ante una corrupción e impunidad tan descaradas que privaron a la sociedad chihuahuense de tantos recursos dilapidados, desviados a beneficios personales, recursos que representaban más hospitales y medicamentos, más alimentos, mayor inversión en la educación, mejoras en la vivienda, más apoyos para grupos vulnerables… Éste fue el Grito de indignación del pueblo de Chihuahua que se hizo presente en las urnas siendo, entre otros, uno de los principales factores que inclinaron la votación a favor de Corral.  Para constatar todo esto basta que los pastores de tan querida Arquidiócesis de Chihuahua sean una “Iglesia en salida”, como lo pide el Papa Francisco, quien prefiere una “Iglesia accidentada, herida, manchada por salir a la calle, antes que una Iglesia enferma por el encierro y la comodidad de aferrarse a las propias seguridades”. (Evangelii Gaudium No. 49). En este sentido tenemos mucho por hacer incluyendo a un servidor. Como lo expresa el mismo Papa: Nos urge una profunda “conversión pastoral”.