Un estudio confirma la utilidad de los corticoides contra COVID-19 y descarta la de los antivirales

El uso de corticoesteroides a partir de la primera semana de hospitalización reduce la mortalidad por covid hasta en un 50%; los antivirales (lopinavir y ritonavir) no se asocian a una mayor supervivencia. Estas dos conclusiones delimitan los resultados de un estudio llevado a cabo por miembros de la Sociedad Española de Farmacia Hospitalaria (SEFH). Jesús Sierra, coordinador del Registro Español de Resultados de la Farmacoterapia frente a covid-19 de la SEFH, explica que se trata de un trabajo observacional, es decir, ellos no han orientado a los médicos para que hagan nada, sino que han recogido lo que pasaba en el día a día de 174 hospitales. Eso sí, esperan que sirva para establecer hipótesis de tratamiento y en ensayos ya de doble ciego (con un grupo de voluntarios tomando el medicamento y otros el placebo).

Este primer trabajo, que ha sido enviado para su publicación a la revista Annals of Internal Medicine, ha seguido la evolución de 5.386 pacientes que han completado su tratamiento. Ello lo convierte en uno de los mayores trabajos sobre covid hasta el momento. En ellos, todos con una enfermedad lo suficientemente grave como para requerir hospitalización, la mortalidad a los 28 días ha sido del 17,8%.

El estudio concluye que el uso de corticoesteroides (entre ellos la dexametasona, pero también la metilprednisolona, el urbasón) aumenta un 50% las probabilidades de supervivencia, pero si se da a partir de la primera semana de hospitalización. Aunque el trabajo solo busca las relaciones significativas estadísticamente, su coordinador explica que, de hecho, en España se ha usado mucho más la metilprednisolona, y que ellos no han visto diferencia entre unos corticoides y otros. Admite que en muchos casos estos inmunosupresores se han empleado desde el primer día, y que solo en un 6% de los casos se ha pautado a partir de la primera semana de ingreso, que es cuando la infección suele agravarse con un fuerte aumento del proceso inflamatorio, que es para lo que están indicados.

El trabajo también recoge un efecto protector similar del tocilizumab, un fármaco biológico dirigido específicamente a las citoquinas, explica Sierra, que son las moléculas involucradas en los procesos inflamatorios graves y descontrolados que se han vendo a llamar tormentas de citoquinas.

Estos tres medicamentos –dexametasona, metilprednisolona y tocilizumab–, junto a la anakinra, la ciclosporina y el salirumab, forman parte del conjunto de inmunorreguladores que figuran en una disposición publicada este sábado en el BOE, que los considera esenciales para la lucha contra la epidemia. Ello obliga a las comunidades a notificar semanalmente sus existencias, para asegurar su suministro. “Curiosamente, no conozco que se haya utilizado ciclosporina”, dice Sierra.

Heparina

También se encontró en el estudio una disminución de la mortalidad de un 30% con el empleo de heparina. Este anticoagulante podría servir porque uno de los efectos que se ha visto de la infección por covid es que aumentan las trombosis (formación de coágulos). Ya en mayo, un grupo del Centro Nacional de Investigaciones Cardiológicas (CNIC) dirigido por Valentín Fuster publicó un estudio sobre los beneficios de los anticoagulantes en los pacientes ingresados con covid. Este medicamento también está en la lista de fármacos esenciales de Sanidad.

Entre las conclusiones de este estudio está que la hidroxicloroquina tiene un efecto protector contra la enfermedad. Este medicamento ha sido descartado por la Organización Mundial de la Salud (OMS) y no figura en la lista de Sanidad, pero Sierra explica que en los ensayos que se habían hecho, como el Recovery, que concluyó que el producto aumenta la mortalidad, utilizaban el fármaco a dosis mucho más altas que las que se emplean en los centros españoles. “En 10 días se le daban al paciente 9,6 gramos, mientras que la media en España ha sido de 3,6 gramos en siete días”, afirma, y destaca que el producto es un “muy razonable antinflamatorio”. De hecho el trabajo que llevó a la OMS a descartar el uso de este producto ha sido muy cuestionado, y la propia sociedad de farmacéuticos hospitalarios mantiene un ensayo sobre su empleo como fármaco preventivo en sanitarios.

En el trabajo, que recoge lo que ha sido la práctica en los hospitales españoles, se llega a otra conclusión, como que añadir a la hidroxicloroquina antivirales (ritonavir y lopinavir) no mejora el resultado. “Como con la gripe, parece que los antivirales no funcionan”, dice Sierra. Estos dos productos, que se emplean contra el VIH, no figuran en la lista de Sanidad, pero sí se están investigando auspiciados por la OMS en el ensayo Solidarity, “solo que a dosis mucho más altas” que las que se han utilizado en los hospitales españoles, dice Sierra.

Lo mismo sucede con la combinación de hidroxicloroquina y azitromicina (un antibiótico), que en los datos del registro de la SEFH no parece aportar beneficios. Al principio de la epidemia se emplearon muchos antibióticos para evitar neumonías secundarias por bacterias, pero luego se fueron retirando al ver que no hacían falta. La OMS ha recomendado reducir su uso lo más posible para evitar que aparezcan resistencias, y calcula que solo el 8% de los afectados por covid los necesita. El fármaco, sin embargo, sí está en la lista de Sanidad, igual que otro antimicrobiano, el cefditoreno.

La relación de medicamentos esenciales del ministerio incluye, además, broncodilatadores –”relacionados con el tratamiento de cualquier insuficiencia respiratoria”, indica Sierra– como el bromuro de ipratropio y el salbutamol. También hay muchos fármacos relacionados con la sedación y la anestesia (clonazepam, dexmedetomidina, diazepam, fentanilo, haloperidol, levomepromazina, midazolam, propofol y remifentanilo); con el soporte ventilatorio (cisatracurio, rocuronio) y el soporte vital (dobutamina, dopamina y norepinefrina).

Fuente: El País