Revuelta

Por: Rosalío Morales Vargas

» No puedo respirar».
Repetía George, su cuello atenazado,
sin miramiento alguno tratado con injurias,
dejó la vida en el asfalto de Minneapolis.

Ya cruza la revuelta largo y ancho del país,
de Minnesota a Texas, de Maine a California,
impugna a la barbarie policial,
al flagelo y las iras del tolete,
al gas pimienta y al escarnio.
Nadie respira con cadenas opresivas;
el arrogante imperio asfixia
la primavera con sus brotes.

Sacude un torbellino nuestro tiempo
Y acelera la toma de conciencia
La gente en rebelión ante lo inicuo
Aun ante estallidos de pandemias
Es la histórica herencia libertaria
Quien nutre las oleadas de protesta.

Hay una abrumadora tristeza en el ambiente,
mas también voces en reclamo de equidad
que a coro gritan indignadas » no peace, no justice»
al grillete racista que asoma entre la bruma,
al sórdido, sombrío y vil supremacismo
que pigmenta el desprecio con nubes de ceniza.

Los derechos civiles son inalienables
No se ha de permitir algún exceso
Se tomarán las plazas fuertes y baluartes
Del despotismo criminal y obsceno
Tras el tumulto y aluvión de rebeldía
Se atisba un mundo nuevo.