Por: Prof. Andrés Octavio Varela Enríquez
Antes de escribir este texto, quiero decir que conozco personas a las que admiro y respeto mucho y que considero que son honrosas excepciones a lo que pareciera ser la regla del quehacer de la autoridad educativa.
Primero los pobres
Espero que en algún momento y, en la medida de las posibilidades, esta premisa fundamental de las políticas que el Gobierno está aplicando, también llegue al magisterio.
Antes, quiero describirles algunas de las principales figuras que conforman el sistema educativo federalizado: profesor/a, subdirector/a y director/a, Asesor Técnico Pedagógico/a (con diferentes áreas), Supervisor/a Escolar, Jefe/a de Sector. Todas pertenecen a los SEECH.
Yo supongo que el sueldo de cada una de estas figuras, se calcula en función de lo imprescindible que son por sí mismas para el sistema (ojo: para el sistema, no para la educación pública).
De la misma forma en la que organicé la lista, también les organiza el sistema. Es decir, el que menos dinero gana de todos, es el maestro/a, y el que más gana es el Jefe de Sector. (También hay excepciones por lo que fue Carrera Magisterial)
Los SEECH o Servicios Educativos del Estado de Chihuahua son, digamos, el órgano directivo regulador de la educación pública y se divide en varias áreas. Entre ellas está, lo que conocemos como “Primarias”. Ahí encontramos a la Dirección de Primarias. Esta dirección, es la encargada de todo lo que tenga que ver con Educación en el Nivel Educativo en el que yo trabajo. Está compuesta por varias figuras, por supuesto, entre ellas, un director/a.
Desde hace bastante tiempo, la información oficial fluye de esa forma: la federación (SEP) se comunica con el estado (Secretaría de Educación y Deporte: SEyD), la SEyD con los SEECH, los SEECH con Primarias, Primarias con los Jefes/as de Sector, las y los Jefes de Sector con las y los Supervisores, las y los Supervisores con las y los Directivos/as y, por último, la información llega al maestro o maestra.
Hace tiempo que la mayoría de estas figuras educativas, a excepción de las que están en la escuela, nos hemos distanciado del Proceso Educativo. Ya no sabemos ni de qué se trata, por eso hay tantas ocurrencias que después se conjugan en la burocracia que ya conocemos. Empezamos a privilegiar el “llenado de cuadros” y la información en “tablas” y “evidencias”, porque suponemos que es la única forma en la que se puede tener “contacto con la realidad” a distancia, sin ir al lugar en el que se encuentran las niñas, niños y adolescentes (NNyA), que es donde ocurre el acto educativo.
La idea que estas figuras educativas tienen sobre los procesos educativos -a excepción de las que están en contacto con las NNyA-, se resume a nostalgias del tiempo en el que sí tuvieron cercanía con las niñas y los niños, y muchas buenas intenciones, que no aplican en las realidades que se viven en los contextos educativos actuales.
Esta construcción subjetiva a la que las y los maestros denominamos “estructura” -que no es más que la forma de abreviar la cadena de información que comenté en un párrafo anterior-, se ha convertido en un grupo de perseguidores de “evidencias”: Trabajo, evidencia. “No importa cómo le haga, maestra. Usted mándeme la información, porque nos la acaban de pedir”.
Sin embargo, la “estructura” no tiene todas las responsabilidades. También las tiene quien permite que los eslabones más cercanos a SEECH (Jefes de Sector y Supervisores) en muchos casos, no sepan manejar mínimamente las herramientas básicas de un programa de computadora, no conozcan sobre la perspectiva de derechos, sean partidarios de la represión más que del apoyo, etc. Pero, encima de todo eso, son quienes más dinero ganan. La “estructura” o servicio de mensajería -en muchos casos-, tiene sueldos mucho mayores a los que tienen las y los maestros que se encuentran en el aula. Jefes y Supervisores, ganan más que las y los Directores que atienden las problemáticas que resultan de la dinámica diaria de una escuela regular.
Ojalá que esto cambie. De ninguna manera quiero que mis letras parezcan describir la pobreza del maestro o maestra en cuestión de su función. Hablo de su sueldo. En una búsqueda sencilla, podemos encontrar muchos estudios que relatan lo mal remunerada que está la profesión docente en México. Y cómo se valora al maestro/a en otros países.
De pronto, parece que a quienes conforman la “estructura”, se les olvida que también son maestros y maestras, y que pertenecen a un gremio. No son los administradores/as de él, son servidores públicos.
Una buena Reforma Educativa, debería poner a los de abajo, arriba. Y, además de hacer un balance de salarios, construir un sistema de profesionalización. No es posible que en muchos casos, las y los nuevos Supervisores/as o ATPs, aprendamos de inmediato a replicar las prácticas más desafortunadas de las Autoridades Educativas. Una buena Reforma Educativa tendría que entender a las y los maestros como una prioridad y, además, echar a funcionar esa máquina llamada “estructura” que está caminando en cámara lenta.
Prof. Andrés Octavio Varela Enríquez