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Un 21 de abril memorable

Opinión por: Mtra. Erika Gabriela González Gaytán

Sin duda alguna hoy 21 de Abril de 2020 será un día memorable para las educadoras y educadores en México, vaya para todos aquellos docentes que tenemos el privilegio de ejercer nuestra profesión en educación básica, específicamente en el nivel Preescolar.

Un día de celebración típico se sintetiza en abrazos, besos, risas, flores, chocolates, muchos ”te amo maeta», retratos abstractos, cartitas y más abrazos y más besos y así tantas muestras de cariño como alumnos, alumnos de la colega de al lado, de la del frente y hasta exalumnos se tengan.

Tenemos la dicha sin desestimar a ninguno, de trabajar con los corazones y las mentes más nobles y puras; no son condicionados, su alegría es libre, su curiosidad también y su pensamiento… en ninguna parte podrán conocer personas con un pensamiento tan creativo pero en verdad creativo y no por fuerza o solicitud, sino porque su naturaleza no ha sido coartada, no hay moldes, ellos modelan el mundo.

Es simplemente maravilloso percibir las emociones, las ideas, las posibilidades motrices; verles trabajar en absoluta sintonía como si fuese la mejor orquesta, el mejor concierto de todos los tiempos; o el mejor espectáculo de fuegos artificiales jamás creado, con explosiones de alegría, euforia, sorpresa, gusto y porque no decirlo también llanto, tristeza y enojo porque eso son, pequeñas grandes personitas, completos seres humanos con todo lo que ello implica.

Y precisamente el 21 de abril se establece como celebración de este sector del magisterio, se dice, en honor al pedagogo alemán Friedrich Fröbel y digo se dice, puesto que hay ambigüedad no respecto al día o al año más sí con relación al mes, pero dejemos eso como un elemento para curiosear más adelante en las redes.

Aunque partió de las ideas de Pestalozzi, Federico Froebel mejor conocido como el padre de la educación preescolar, trajo grandes aportaciones a la educación; en un ambiente derivado del proceso industrial de la época que  cambió drásticamente las dinámicas sociales alemanas alrededor de 1837, Froebel consideró necesario dejar de pensar en la instrucción del individuo útil y considerar brindar experiencias para formar al ser humano.

«La educación del hombre» versa el título de alguna de sus obras y es que interpreto en ésto que, más allá del intelecto y el cuerpo, Froebel entendía la necesidad de «alimentar» al niño también espiritualmente o si no, qué es el conocimiento sin su aplicación concreta, pero más aún qué es el conocimiento y su aplicación cotidiana sin un sentido solidario, generoso del uno con el todo.

Y en eso reside hoy la diferencia, en la ausencia de lo cotidiano, en lo difícil que resulta para quienes recibimos no menos de veinte abrazos y frases amorosas como cuota imperdonable al día a nuestra enseñanza, permanecer sin uno sólo de ellos a lo largo de una y otra jornada «innovadoramente» silenciosa.

Hoy la crisis nos obliga a tener un día de la educadora memorable, con un reto descomunal para el nivel, para los colectivos, para las características del trabajo, para nuestros niños y la forma en la que su proceso de aprendizaje requiere ser atendido.

Ahora depende no sólo de aprovechar la naturaleza lúdica de los pequeños o del diseño y envío de actividades pedagógicas adecuadas por parte de la docente o de los recursos económicos y tecnológicos disponibles en casa; sino del grado de disposición, de actitud de los padres para ser hoy más que nunca el vínculo alumno escuela.

No está resultando para nada sencillo y sin embargo lo único que cuenta al final del día es el profundo deseo de volverlos a ver a todos, con bien, para abrazarnos una vez más.

 

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