Por: Rogelio Javier Alonso Ruiz
No ha sido publicada aún la convocatoria para la elección del siguiente Comité Ejecutivo Seccional y ya levantaste la mano para ocupar el cargo máximo en éste. El nuevo reglamento electoral, cuya validez sigue siendo objeto de polémica, ha sido en extremo bondadoso contigo: por tus antecedentes en el comité sindical te dan la posibilidad de pertenecer al pequeño y monopólico grupo de elegibles para el máximo cargo en el organigrama. Ten por seguro que, sin el condicionante anterior, tus posibilidades serían limitadas por el simple hecho de haber sido miembro del comité peor recordado de los últimos tiempos. Aquí no vale la excusa del “yo no estaba de acuerdo”, nunca alzaste la voz y siempre escudaste tu silencio en los trillados argumentos de la institucionalidad y la unidad, secundando así las acciones que nos llevaron a estar como estamos.
Espero que hagas valer lo que ya a muchos les has manifestado: que no eres lo mismo que el dirigente actual. En sintonía con esa carta de presentación, te exijo, como ya lo he manifestado, te comprometas públicamente a denunciar a quienes están reteniendo las cuotas que deberían llegar al IPECOL y llegues hasta las últimas consecuencias. Recuerdo haberte visto festejando en el Congreso cuando se aprobó la ley que dio vida a ese instituto. Aplaudiste, te abrazaste con tus compañeros, gritaste fervientemente “¡sí se pudo!” y te tomaste fotos al por mayor. Por tanto, como uno de los promotores de esa ley, te invito a que la defiendas, pues están en juego nuestras pensiones y demás prestaciones.
La base magisterial está harta también de la opacidad que ha imperado en los últimos tiempos. Becas asignadas sin convocatorias publicadas, descuentos sindicales a la nómina sin autorización ni criterios claros, rifas fraudulentas, por ejemplo. Siendo diferente, como te autodenominas, espero que durante tu gestión sindical también hagas un verdadero compromiso por la transparencia, empezando por ti. Ojalá antes de asumir el cargo transparentes todo tu “patrimonio laboral”: nos expliques detalladamente qué plazas laborales ostentas, cuándo y dónde las has trabajado, qué incentivos has ganado, cómo los has conseguido. Y hagas lo mismo con las de tus seres más cercanos, para que así, al final de tu mandato, podamos constatar que eran ciertos tus dichos sobre limpieza laboral.
No es seguir anclado al pasado, pero muchos tenemos presente que promoviste la reforma educativa peñista. No obstante, de manera conveniente, fuiste tú quien no se ajustó a las nuevas disposiciones de entonces: a pesar de que el artículo 78 de la Ley General del Servicio Profesional Docente lo prohibía, seguiste cobrando tu(s) plaza(s) siendo comisionado sindical. Eso sí, no tuviste reparo en tratar de convencer a los agremiados a que se sujetaran a la evaluación derivada de dicha ley: “hágase la ley en los bueyes de mi compadre”. Total, como comisionado sindical eras inmune a esa evaluación que buena parte de los especialistas educativos condenaron. Recuerdo haberte visto incluso desayunar plácidamente en el restaurante frente a la escuela en la que éramos recibidos cual delincuentes por policías con armas largas, los maestros que nos sometíamos a la evaluación docente. ¿Cómo piensas borrar ese agravio?
Me enteré también que hace unas semanas, cuando a varios agremiados se les entregó su nombramiento definitivo, te comunicaste con algunos de ellos para pedir que pensaran de qué manera agradecerían al líder sindical por semejante “dádiva”. Ojalá, si llegas al cargo, te despojes de esa pervertida idea de sindicalismo que manifiestas: la defensa de los derechos no es un favor que hacen los dirigentes, es su obligación elemental. Pide, en cambio, que los docentes expresen su gratitud cumpliendo cabalmente con sus responsabilidades laborales. Qué mejor manera de corresponder a la defensa de los derechos que honrando la noble tarea que se nos confiere.
Te pido compitas por el cargo de una manera civilizada. Deja de molestar cobardemente a los compañeros de base con mensajes anónimos por redes sociales denostando a tus adversarios. Haz valer lo que en las aulas, de las que hace mucho tiempo te alejaste, le decías a tus alumnos sobre la democracia y los procesos electorales. ¿No recuerdas ya que en las clases de Formación Cívica y Ética tratabas de inculcar en los niños la importancia de las elecciones limpias, el voto informado y el respeto a los demás? ¿Tantos años lejos de las aulas te han hecho olvidar tus discursos como docente? Contribuye a que estas elecciones sean dignas de la nobleza de nuestra profesión, recuerda que el maestro es ejemplo para la sociedad. No pierdas tiempo en difamar a tus adversarios: no es necesario, todos (hasta tú mismo), al ser parte de ese comité están ya un poco “quemaditos”. Mejor dedica tu inteligencia y tu esfuerzo a proponer cómo resolver los grandes problemas por los que atraviesa el magisterio. En vez de propagar chismes o encuestas de dudosa procedencia de tus rivales, rétalos a debatir públicamente.
El desafío que tienes frente a ti es enorme. Volver a enamorar a la base, que tan desencantada está de su dirigencia sindical, no será tarea sencilla. Respira el aire de las escuelas, escucha a los docentes y verás que no son necesarias las selfies ni los likes en redes sociales para validar el cumplimiento de tus obligaciones. Sigue siendo igual de cercano a la base, como lo estás haciendo en estos tiempos que buscas el voto, en los que incluso te has dado tiempo para enviar felicitaciones por celebraciones sociales a maestros que tenías en el olvido. Démosle vida al lema que a veces ya de manera mecánica se repite: por una “unidad” que dé cabida a la diversidad de pensamiento, por el “orgullo” de ver a un sindicato y a su dirigente que no se arrodillan ante nadie y por el “compromiso” genuino de la mejora de nuestras condiciones laborales.
*Rogelio Javier Alonso Ruiz. Profesor colimense. Director de educación primaria (Esc. Prim. Adolfo López Mateos T.M.) y docente de educación superior (Instituto Superior de Educación Normal del Estado de Colima). Licenciado en Educación Primaria y Maestro en Pedagogía.
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