Por: Profr. Fernando Álvarez Montoya
Si creo, creo que del cielo descienden estrellas para compartir su luz e iluminar el camino que nos ayude a encontrar en nuestra vida la senda que nos conduzca a la liberación de este mundo lleno de oprimidos y sumisos. Sin duda, mi querida camarada, fuiste tú; una de ellas. Aprendí también que la vida otorga excelsos privilegios de aparejar en nuestro andar a almas con virtud inquebrantable y espíritu de servicio. Sin duda Luz Elena tú, eres una de ellas.
Gracias vida, si gracias por darme y darnos la oportunidad de formar parte de tu maravillosa existencia. Gracias por coexistir. Cumpliste con cabalidad de darle a tu vida, a tu irredenta presencia en este mundo un auténtico propósito: vivir para servir.
Siempre presente en la vanguardia de las luchas populares con las justas demandas de igualdad, equidad y justicia social. Insumisa, rebelde arengabas a las masas con voz firme y sabia. Tú presencia, invitaba a la lucha. Tú actitud demostraba el compromiso y la lealtad con tu clase, con tu origen.
Representante de la auténtica izquierda, si, de esa izquierda que ya no existe. Eras y eres sin duda símbolo innegable de la genuina luchadora por el cambio radical de nuestra Patria.
Tantas, muchas luchas… –No sé- (¿). Cuantas veces en la calle el grito de: ¡Presos políticos libertad! ¡Vivos se los llevaron, vivos los queremos! 1, 2, 3, 4,…. 40, 41, 42, 43, ¡Justicia! ¡Justicia! ¡Justicia!… La lucha permanente e incansable que sostuviste (mos) en contra del charrismo sindical del SNTE secc.42. No claudicaste, no cediste. No te venciste. En esas andábamos mi eterna compañera, heroína de las mil batallas.
Presente en todos los frentes, ahí estuviste; ahí estuvimos. ¡Lucha! Lucha! ¡Lucha! -¡No dejes de luchar, por un gobierno obrero campesino y popular!- Por los desparecidos políticos, derecho humanista ejemplar. En la lucha del magisterio disidente y democrático de la CNTE. En la lucha agraria, en la obrera, en la estudiantil. Siempre por abajo y diría, por la izquierda. Tanto motivo de lucha, tanto motivo de vivir y servir; engrandeció tu espíritu y enalteció tu ser.
Se apagó la flama, se extinguió la cera que alimentó tu extraordinaria existencia.
No has muerto Luz Elena. Ten la certeza que los que aún quedamos; sin duda hemos de seguir desde abajo y por la izquierda la huella que dejaste en tu peregrinaje por nuestra amada Patria. Dejas en los seres que te amamos, tu familia, tus amigos un hermoso recuerdo que hemos de llevar hasta que la vida nos alcance.
Aquí estamos con el compromiso ineludible de servir a los que amaste
¡Honor a quien honor merece!
No un minuto de silencio, sino, la asignatura pendiente: ¡Toda una vida de lucha!
¡Hasta la victoria siempre! -¡venceremos!-