Economía circular versus extractivismo

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Opinion por: Luis Rivera Levario

En Chihuahua, el discurso del “desarrollo” sigue anclado a una lógica vieja y profundamente violenta: extraer, remover, destruir y abandonar. El extractivismo no solo arrasa cerros, ríos y suelos; también rompe vínculos comunitarios, concentra la riqueza y convierte el territorio en mercancía. Bajo esta visión, la naturaleza es un obstáculo y no un bien común que sostiene la vida, y cualquier límite ambiental es visto como una traba al progreso.

Frente a ese modelo depredador, la economía circular, verde y solidaria no es una moda ni un adorno discursivo: es una apuesta política y ética por permanecer. Propone cuidar los ciclos del agua, del suelo y de la energía; reducir residuos, reutilizar saberes locales y fortalecer economías que no necesitan destruir el paisaje para existir. Este enfoque reconoce que el territorio no es un insumo infinito, sino una red viva de relaciones ecológicas, sociales y culturales que deben preservarse.

Además, la economía circular devuelve centralidad a lo comunitario. A diferencia del extractivismo, que concentra decisiones y beneficios en pocas manos, estos modelos promueven la participación local, el trabajo digno y la redistribución de beneficios. Hablar de circularidad es también hablar de justicia ambiental, de derecho a un entorno sano y de la posibilidad de construir bienestar sin hipotecar el futuro.

Hoy, en la ciudad y en las comunidades, ya se están proponiendo alternativas concretas: emprendimientos circulares, verdes y comunitarios como Ecomposta Cuu, Sílice, los huertos urbanos, empresas de regeneración de suelos y muchas iniciativas más que demuestran que otra economía no solo es posible, sino que ya está ocurriendo. Desde Salvemos los Cerros de Chihuahua sostenemos que defender los cerros es también defender estas formas de vida.

Apoyar estas propuestas como ciudadanía es clave. Implica elegir qué consumimos, a quién fortalecemos con nuestras decisiones y qué modelo de ciudad queremos construir. La transición hacia la sostenibilidad no vendrá de quienes se benefician del despojo, sino de comunidades organizadas que apuestan por cuidar el territorio y, con ello, mejorar la calidad de vida de todas las personas.