Por: Felipe Villa
En los últimos años, la educación en México ha enfrentado diversos problemas que impactan no sólo en el aprendizaje de los alumnos, sino también en su convivencia y desarrollo personal. Uno de los principales problemas es la falta de límites y disciplina en casa, lo que está complicando la labor educativa en las aulas y fuera de ellas. La permisividad, la falta de normas y estructura en casa se manifiestan en conductas disruptivas, falta de responsabilidad y dificultad para enfrentar desafíos y frustraciones escolares.
La situación actual de la educación en México enfrenta numerosas problemáticas, pero una de las más difíciles es la relación entre la casa y la escuela. Muchos profesores coinciden en que las reformas educativas pueden modernizar el sistema, pero el problema se encuentra en las actitudes y comportamientos de los alumnos, muy condicionados por la educación que reciben en casa. Los niños y adolescentes que no aprenden a respetar límites desde pequeños llegan a la escuela con problemas para ajustarse a las normas. Esto crea un círculo vicioso en el que el rendimiento académico se ve afectado y las relaciones interpersonales en el aula se deterioran.
Un ejemplo de ello es el testimonio de la maestra Mariana, quien tiene más de 15 años de experiencia en una escuela pública: Ella indica que, a pesar de las nuevas metodologías que ha incorporado a su práctica, el manejo de la conducta de algunos de sus alumnos se ha tornado más complejo. «Antes los niños me escuchaban y me seguían sin problema. Pero ahora, cuando les pido que se concentren, algunos no lo hacen. Otros se levantan sin permiso y, cuando intento enmendarlos, se sienten agredidos», dice. Mariana vive este tipo de situaciones a diario, las cuales atrasan el ritmo de las clases y perjudican el aprendizaje de todos, incluso de los que quieren aprender.
El problema no es sólo académico, sino social. Muchas veces la falta de disciplina en casa hace que los niños no respeten las reglas elementales de convivencia, como levantar la mano para participar o respetar los turnos de palabra. Esto se manifiesta en conductas disruptivas en el aula, como interrumpir a otros, pelearse por tonterías o faltar al respeto a los profesores. Estos problemas impactan no solo el rendimiento académico, sino también la dinámica del grupo y la relación entre los estudiantes.
Otro ejemplo más específico es el de Iván, niño de 10 años que estudia en una escuela primaria local. Cuando a Iván le llaman la atención por no haber entregado la tarea, éste monta en cólera, llorando y gritando que no era su culpa porque «no le explicaron bien». Esta actitud es cada vez más frecuente en niños que, al no ser disciplinados en casa, no saben asumir responsabilidades y afrontar las consecuencias de sus acciones. En vez de analizar lo que hizo mal y mejorar, Iván toma el sermón como un ataque personal, lo que dificulta que aprenda de sus errores.
La permisividad en casa: un problema en aumento
La ausencia de límites en casa es una de las principales causas de estas conductas y muchos padres, por el motivo que sea, prefieren ceder ante sus hijos antes que tener un enfrentamiento. Esto puede deberse a falta de tiempo, presiones sociales o la idea equivocada de que ser permisivo es una manera de demostrar amor. Pero esta libertad crea un vacío de autoridad; los niños no tienen autoridad que los guíe sobre lo correcto y lo incorrecto y con esto, la educación en valores como la responsabilidad, el respeto, la tolerancia… queda eclipsada ante el pensamiento de «no hay que molestar a los niños».
Laura, madre de dos niños pequeños, se siente culpable cuando sus hijos le piden algo y, con tal de que no se pongan tristes o enfadados, cede a sus peticiones por muy descabelladas que sean. «Si no les compro lo que desean, lloran y no quiero que mis hijos estén tristes», dice. Y este comportamiento, con buenas intenciones, está educando hijos que no comprenden que las acciones tienen resultados y que hay que trabajar para conseguir las cosas. Los hijos de Laura, como muchos otros, aprenden a manipular el sistema para conseguir lo que quieren sin tener que asumir los límites que deberían haber aprendido de pequeños.
La disciplina no es un castigo ni una forma de control, es también una manera de enseñar a los niños sobre responsabilidad, respeto y autocontrol. Cuando los niños aprenden a respetar los límites en el hogar, también lo harán en la escuela. La solución es el amor y la disciplina; los padres definen reglas claras y consistentes sin llegar a castigos severos. Un ejemplo de este tipo de crianza es Marta, madre de tres hijos: Aunque sus hijos se resistieron al principio, ella estableció una rutina en casa con horarios regulares para las tareas, las comidas y el sueño. Sus hijos inicialmente se quejaron y protestaron, pero pronto comenzaron a apreciarlo y comprenderlo, con el tiempo sus notas mejoraron y su forma de reaccionar ante las obligaciones también.
El rol de los maestros aquí es crucial. Los maestros no pueden sustituir la disciplina que los padres deben establecer en el hogar, pero pueden apoyarla en el aula. Pero muchos profesores están batallando con un sistema que no les da las herramientas para controlar estos problemas de conducta. Como ejemplo, la profesora María muestra cómo la falta de apoyo en casa influye en la enseñanza. Ella ha tenido que desarrollar técnicas de control de conductas disruptivas por la indisciplina de algunos de sus alumnos. Pero tiene un gran problema: los padres no cooperan. «Me he reunido con algunos padres, pero muchos me dicen que sus hijos en casa se portan bien. Pero cuando llegan a la escuela, los comportamientos son otros», relata.
Estos casos demuestran cómo padres y maestros deben colaborar en la educación porque no es solo responsabilidad de la escuela, la familia también tiene mucho que ver con el desarrollo de los niños y solo con el trabajo en equipo y con una sola visión se podrá erradicar la falta de límites y disciplina que hoy en día impide el proceso de aprendizaje en México.
La falta de límites y disciplina de nuestros hijos está dañando la educación en México y aunque las reformas educativas son importantes, es más prioritaria la educación que se recibe en casa al enseñar valores como la responsabilidad, el respeto y la paciencia.
Los padres deben saber que ser permisivos no es ser amorosos, que la disciplina los capacita para la vida y para que la educación en México mejore, los padres y los maestros deben colaborar y definir reglas claras y consistentes para el desarrollo de los niños porque solo de este modo tendremos una educación de calidad, no solo en conocimientos, sino en valores humanos para vivir en sociedad.



