Por: Dr. Héctor Alejandro Navarro Barrón. Consultor en Educación en Estado de Derecho y Cultura de la Legalidad
El escándalo de Ciudad Madera, Chihuahua, donde una estudiante forzó a un perro husky a beber alcohol, ha pasado de ser una noticia de indignación en redes a un precedente de política educativa y justicia penal. Y en un giro decisivo, la institución implicada ha dado su veredicto.
La Universidad Pedagógica Nacional del Estado de Chihuahua (UPNECH), a través de su Consejo de Calidad —el órgano de máxima autoridad académica—, emitió su resolución tras un periodo de revisión y análisis: la alumna implicada de la Unidad Madera, ha causado la baja de esta institución.
La decisión es un golpe de timón necesario y envía un mensaje contundente: el acto de crueldad contra un animal vulnerable, grabado y exhibido para el regocijo grupal, no solo fue un delito penal bajo la ley de Chihuahua, sino una falta ética inhabilitante para quien aspira a la noble tarea de educar.
La UPNECH, como formadora de docentes, tiene la misión de cimentar a profesionales que asuman con responsabilidad ética su profesión y garanticen el bienestar de los alumnos. La conducta de la implicada contradijo cada uno de estos postulados.
La psicología educativa y la criminología han documentado extensamente lo que se conoce como «The Link» (El Vínculo): la conexión crítica entre el abuso animal y la propensión a la violencia interpersonal, incluido el bullying escolar. La crueldad gratuita, la insensibilidad ante el sufrimiento de un ser sintiente, y el ejercicio de poder sobre el indefenso, revelan un déficit de empatía incompatible con el perfil de un educador.
Un docente debe ser un modelo de conciencia social y respeto a los derechos humanos, valores que sustentan la Nueva Escuela Mexicana (NEM). Un individuo que demuestra ser incapaz de sentir compasión por un perro indefenso resulta, por inferencia ética, inadecuado para asegurar el bienestar emocional y físico de un salón de clases de niños, un colectivo igualmente vulnerable. Por ello, la expulsión es una medida de protección del sistema educativo, no solo un castigo.
La universidad ha actuado con la máxima severidad en su ámbito de competencia. Sin embargo, en su comunicado, la UPNECH dejó un punto crucial en claro: el alcance de su resolución es meramente de carácter académico [Comunicado Oficial UPNECH, 20 Oct. 2025]. Con esta precisión, la universidad deslinda su papel del proceso judicial. Mientras la expulsión de la implicada atiende la incompetencia ética y moral, el castigo por el delito de maltrato animal —que conlleva penas de prisión de hasta 7 años y 6 meses en Chihuahua— recae enteramente en la Fiscalía.
El proceso de la UPNECH, aunque inicialmente generó críticas sobre el posible atropello al debido proceso ante la presión social, culminó con una resolución que reafirma la autoridad de la institución para defender sus principios fundacionales.
La universidad ha cumplido con la protección de su integridad ética. Ahora, la responsabilidad recae en la ciudadanía y en las autoridades competentes, como la Fiscalía, a quienes se invita a presentar cualquier denuncia en su comunicado del 20 de octubre.
El caso del Husky debe ser un punto de inflexión. El foco de la UPNECH y de todas las Normales en el país no puede ser solo la sanción, sino el filtrado ético. Se necesita urgentemente: Implementar evaluaciones conductuales y psicométricas continuas a lo largo de la carrera para detectar déficits de empatía o rasgos de personalidad asociados con la violencia. La idoneidad moral debe ser una causa de permanencia; incluir módulos obligatorios de Bioética y el análisis de «The Link» en los planes de estudio de la Licenciatura en Educación.
La lección de Madera, Chihuahua, es que no basta con castigar el delito; es obligación de la academia asegurar que la empatía, el respeto y la compasión sean requisitos previos inquebrantables antes de entregar un diploma que otorga autoridad sobre el futuro de México. Este caso sienta un precedente de dos niveles. Primero, que la crueldad animal tiene consecuencias académicas inmediatas e irreversibles. Segundo, que la puerta al magisterio se cierra de forma definitiva para aquellos que demuestran una falta de humanidad fundamental. El magisterio es una vocación de servicio, no un refugio para la crueldad. En la formación docente, la empatía no es una asignatura opcional; es el requisito indispensable que la UPNECH, finalmente, ha decidido hacer cumplir.