Por: Rosalío Morales Vargas
Otoño amargo. La escalda abyecta
Crispó el furor de crueles carniceros
Se atizó el genocidio hace dos años
Su cauda criminal viene de lejos
Se pierde en los abismos de la historia
La envuelve el rechazo y el desprecio.
Las élites aplauden los desmanes
Su ambición sin fronteras es grotesco
Conducen su conducta infanticida
En tanquetas de odio virulento
La avalancha de inquina es un ultraje
Al convertir a Gaza en el infierno.
Se encabritan dantescos los corceles
Procurando sembrar el desaliento
A raudales la sangre brota y fluye
En llanuras de miedo aúlla el viento
La muerte y su guadaña aceleraron
La angustia y el dolor en el desierto.
Sobrevive un pueblo a sobresaltos
Aferrado a su tierra y a su cielo
A su mar, a su río, a sus olivos
A sus atardeceres ámbar tersos
Aprende a convivir con la memoria
A no ser en su patria un extranjero.
Las lágrimas ahogan Palestina
En sollozos de olvido gigantescos
Pero la causa justa es defendida
Con el talante y alma de guerreros
Nunca habrán de rendirse ni humillarse
Nadie podrá jamás hollar su suelo.
Estrépito en el aire calcinado
Despierta multitudes, no gobiernos
Lluvia fresca salpica cuesta arriba
La humanidad se despereza a tiempo
¿Cómo encender la vela de esperanza?
Sólo luchando hasta el postrer aliento.
Chihuahua, Chih.
7 de octubre de 2025.