Por: Sandra Vega Villarreal
El Sistema Nacional de Investigadores (SNI) otorga un reconocimiento a las y los investigadores en las distintas disciplinas que, al interior de las universidades desempeñan funciones de investigación, docencia y difusión del conocimiento. Este reconocimiento se difiere en 5 niveles según los rigurosos indicadores de la evaluación a que se someten los profesores cada cuatro y cinco años. Los niveles se clasifican en candidato a investigador nacional; investigador nacional niveles 1,2 y 3. El nivel de investigador nacional emérito se alcanza solamente por quienes han permanecido y transitado por el nivel 3 y alcancen una edad de 65 años cumplidos antes de la evaluación.
Para obtener el reconocimiento como Investigadora o Investigador Nacional Emérito
se requieren muchos años de esfuerzos, dedicación y compromiso no solo en la producción de artículos científicos, sino también en el desarrollo de la docencia, en la formación de nuevos investigadores y en generar estudios y actividades académicas con impacto en ciertas áreas del conocimiento. Estos esfuerzos deben ser sostenidos, es decir, estarse generando de forma permanente durante los periodos previos a la evaluación. Los productos como libros, artículos, capítulos de libro, podcast, programas de radio, capsulas de investigación, etc. deben ser múltiples y variados, además de ser juzgados por pares. Esto genera que, investigadores que asumen posicionamientos críticos, sean desdeñados de ciertos círculos académicos y en ocasiones enfrenten evaluaciones injustas, pues chocan con la perspectiva de los evaluadores en turno.
En la evaluación 2025, el SNI otorgó el reconocimiento como investigador emérito al Dr. Manuel Gil Antón, quien cuenta con mucha legitimidad en el magisterio mexicano por sus lúcidos análisis sobre fenómenos y problemas que enfrenta la educación en nuestro país. Esta distinción nos pone muy contentos a maestras, maestros, investigadores e investigadoras, no se trata sólo de un asunto meritocrático pues, aunque es un logro académico de tipo escalafonario, también implica el reconocimiento de sus posturas, la autoridad de su voz, que ha condensado las voces del magisterio en momentos críticos y que, en ocasiones, ha sido acallada en espacios académicos por asumir posturas críticas, de contestación ante las arbitrariedades.
Su reconocimiento también nos enseña que, los posicionamientos críticos deben estar presentes en todos los espacios posibles. Aunque sean desdeñados y a veces aislados por grupos conservadores, el esfuerzo legítimo prevalecerá en el terco tesón de denunciar la realidad que nos oprime para transformarla, como es el caso del Profe Gil Antón, como a él le gusta ser nombrado. Nos congratulamos con su reconocimiento y deseamos seguir contando con sus aportes para ver los problemas educativos, dialogarlos y encontrarnos en la búsqueda de inéditos viables para enfrentarlos.