El nuevo Bachillerato Nacional

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Por: Manuel Gil Antón (Colaboración para El Universal)

Entusiasmo y convicción son valores políticos. El 28 de julio, en la Mañanera del Pueblo, se dio a conocer la decisión de transformar a la educación media superior, tema muy importante para la presidenta no solo por la dimensión educativa que lleva consigo, sino por su hondo interés en centrar la mirada en los jóvenes que no eran, como se dijo, ni-nis (ni estudian ni trabajan) sino sin-sin (sin espacios suficientes, ni atractivos, para una proceso formativo relevante, y sin oportunidades en el mundo del trabajo). Colocó la responsabilidad —a mi juicio de manera correcta—a una falla del estado en este problema.

Se propone encararlo a través de la construcción del Bachillerato Nacional de México atractivo, compuesto por un currículo fundamental ampliado, que será seguido en todas las escuelas de ese nivel (constructor de ciudadanía y acceso a la cultura), y por un currículum laboral con dos modalidades: básico o extendido. El primero dotará de condiciones para desarrollar actividades generales en la vida productiva, aunque más dirigido a quienes quieran continuar sus estudios en la educación superior, y el segundo, que no excluye la posibilidad de ingreso al siguiente nivel, se enfocará en dotar de capacidades amplias para ingresar al ejercicio de una actividad en el campo del empleo, digno y relevante.

El secretario del ramo se centró en mencionar la inversión para ampliar planteles, incrementar lugares, y la incorporación de la mitad de las escuelas públicas existentes al programa de la Escuela es Nuestra, con una inversión de 4 mil 500 millones de pesos.

El cambio sustantivo, inédito para el nivel medo superior, lo dio a conocer con detalle la subsecretaria Tania Rodríguez: optimista, alegre y decidida. Esa misma actitud la transmitió la presidenta. Mostraron, ambas, su convicción y compromiso para lograr esta modificación de fondo que significa la creación del Bachillerato Nacional. No es menor lo que implica la propuesta que dará inicio a partir del 1 de septiembre. Detallar las formas de conseguirlo, las relaciones que implica con instituciones de educación superior y el espacio productivo, excede el espacio con el que cuento. Quien lea este texto, puede ver la transmisión en YouTube para que aprecie el tamaño, y la complejidad, de la transformación que impulsarán. Es enorme.

Por la misma magnitud de la tarea, se derivan preguntas que, en consecuencia, no son triviales. Anoto dos:
¿La modificación inicia el 1 de septiembre en todas las prepas púbicas del país, y en todos los grados, o se llevará a cabo un plan piloto para evaluar el siempre complicado proceso de traslado de las ideas a los hechos, o comenzará con la generación que inicia sus estudios? La prisa en los procesos de hondo calado no es buena compañera.

¿Se ha previsto un programa para mejorar las condiciones de trabajo (en general son pésimas) y la capacidad pedagógica del personal académico (poco atendida, si acaso) adscrito a este nivel, así como los rasgos de las nuevas contrataciones que el crecimiento implica? Hoy hay 328 mil docentes que laboran en casi 5 mil escuelas públicas. Si no se toma en cuanta este factor, crucial, se corre el riesgo de reducir los alcances previstos.

Estas preguntas, dos de muchas, derivan del entusiasmo compartido por este escribidor por darle personalidad propia, y fértil, a este nivel. Del tamaño de la meta son los retos. Ojalá estas cuestiones, y su atención, contribuyan a superarlos. Enhorabuena por la decisión. Es preciso cuidar los pasos.

Profesor del Centro de Estudios Sociológicos de
El Colegio de México
mgil@colmex.mx
@ManuelGilAnton